Pancho Fierro: pintando lo popular
En las láminas de Pancho Fierro hasta parece que uno escuchara los pregones con los que sus personajes recorrían las calles.
Casi nada del primer folklore de los negros de la costa peruana del norte se hubiera llegado a conocer si no hubiera sido por los trabajos de Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda (1737-1797), obispo de Trujillo. Durante sus visitas episcopales a la diócesis entre 1782 y 1785, Martínez Compañón hizo escribir una enciclopedia en nueve volúmenes sobre la provincia de Trujillo en ese tiempo, la cual incluía mapas, dibujos de edificaciones, bocetos de personas importantes, dibujos de la fauna y la vida animal, e ilustraciones de las diferentes razas de sus habitantes, danzas y trajes folklóricos. El volumen II está dedicado a la presentación de la cultura popular en el Trujillo del siglo XVIII e incluye pinturas de gente norteña de color: “negro”, “negra”, “mulato”, “mulata”, “sambo” y “samba”, todos en sus trajes típicos, así como numerosas pinturas de indios.
Por su parte el mayor informe de lo que se bailó en la Lima plebeya del siglo XIX son las acuarelas de Pancho Fierro (1803-1879). El pintor mulato fue a la Lima del siglo que nos ocupa lo que en el siglo anterior había sido Martínez de Compañón para Trujillo. La comparación la hizo Porras Barrenechea que refiriéndose al último de los nombrados dice: “la técnica de estos pequeños cuadros de personajes y escenas de la vida criolla del norte del Perú pintados a la acuarela es idéntica en intención informativa, brevedad de los rasgos y laconismo de las figuras a las de Pancho Fierro”.
Pero hay una diferencia que anotar. Mientras Martínez de Compañon es sacerdote interesado en estudiar las costumbres populares para modificarlas, Pancho Fierro es un hombre de pueblo que se expresa a través de la pintura. No se sabe quiénes fueron sus padres pero todos coinciden en que fue mulato y posiblemente nacido fuera de matrimonio, Raúl Porras informa que en los barrios populares del Cercado y Huérfanos hay algunos Fierro que pueden ser hermanos o primos del pintor “todos hijos naturales”. Vivió en el anonimato y la pobreza. Su trabajo estuvo más ligado al espectáculo y a la fiesta popular que al intelecto o el periodismo. Era especialista en pintar letreros de toros y comedias y esculpir santos y nacimientos.
Por lo dicho debemos entender que no frecuentó a la generación romántica. Por su lado el rechazo de la academia a sus acuarelas es evidente en lo que sobre él y Segura dice Juan de Arona en su Diccionario de peruanismos. Sostiene que si bien “sienten el amor de la localidad” en cambio “les faltan escuelas y predecesores y abortan”. Lo que la generación romántica no pudo ver fue la capacidad de dar el colorido local y de época a los tipos y escenas populares de Lima.
La excepción sería Palma que lo llama “el Goya limeño”. Y es que el tradicionalista tiene el mismo impulso popular y los mismos escenarios que el pintor: las panaderías, el coliseo de gallos, las calles de la ciudad, el arrabal de San Lázaro, una pulpería o una cantina.
Los personajes que recorren las láminas de Pancho Fierro son los indios o zambos, artesanos y obreros, aguadores, pescadores, vivanderas, turroneros, buñueleras, biscocheros, heladeros, mazamorreros y champuceros y hasta parece que uno escuchara los pregones con los que recorrían las calles.
Pero son sobre todo las danzas y festejos populares representados en su medio natural: la picantería. Es desde Pancho Fierro que uno puede reconstruir lo que bailaba la plebe en el siglo XIX: la zamacueca, el agua de nieve, el bate que bate, la resbalosa, el maicito, el son de los diablos, el Don Mateo, la zamba landó.
También hay escenas del baile aristocrático como “Altar de la Purísima” donde se ve una marinera de salón bailada ante un círculo de músicos y mujeres de finas mantas. Pero le falta esa dosis de afecto que caracteriza a los personajes populares. Nos encontramos frente a lo que Porras Barrenechea ha llamado “leve y respetuosa burla de la aristocracia anacrónica y estancada en trance de perecer de ridículo”.
En otros tantos cuadros se ve a los intérpretes conocidos de entonces. A ellos hace referencia Palma en el comentario sobre Pancho Fierro que ya hemos citado:
"La banda de cantores y músicos dirigida por el maestro Hueso o el maestro Bañón y de la que formaba parte la china Mónica, la Candelita del Muladar, la Sin-monillo, el Niño Gato, Ño Pan-con-queso y Ño Cachito, personajes muchos de ellos inmortalizados por el lápiz caricaturesco de Pancho Fierro, el Goya limeño"
Bibliografía
Raúl Porras Barrenechea, Pancho Fierro, Lima, Ediciones del Instituto de Arte Contemporáneo, 1959.
Juan de Arona Diccionario de peruanismos, Biblioteca de cultura peruana, París, Desclee de Brouwer, 1938
Ricardo Palma, “Los barbones” en Tradiciones peruanas completas, Madrid, Aguilar, 1964.
Alberto Flores Galindo, La ciudad sumergida, Aristocracia y plebe en Lima, 1760-1830, Lima Editorial Horizonte.