El Quijote y la fiesta colonial
A estas tierras, el personaje cervantino llegó más rápido a la fiesta popular que a las bibliotecas.
El Quijote es un libro que se sitúa en el mundo popular. Antes los caballeros andaban en cortes y palacios. Con el ilustre caballero van a sitios de mal vivir y buen beber y liberan presos. A nuestro país llegó más rápido a la fiesta popular que a las bibliotecas.
Prueba de ello la tenemos en un documento que relata las fiestas que se celebraron en la corte de Pausa en 1607 por la llegada como virrey del Perú del marqués de Montesclaros. En ese entonces Lima era una fiesta. La llegada del virrey pero también cualquier otro acontecimiento de la corte ya sea americana o hispana era celebrado en todo el territorio. Y participaba todo el mundo. Cuando Baquijano y Carrillo fue elegido a las Cortes de Cádiz hubo hasta un poema en lengua congo. Es el único en esa lengua que tenemos, pero de él hablaremos en otra entrega de MeSaleEspuma.
Volvamos al Quijote y Pausa. Para que un personaje sea objeto de disfraz en una fiesta tiene que estar instalado en el imaginario colectivo. Tiene que ser conocido masivamente. En el caso del Quijote eran conocidos incluso los personajes secundarios: “Acompañábanle el Cura y el Barbero con los trajes propios de escudero e infanta Micomicona que su crónica cuenta, y su leal escudero Sancho Panza” dice el documento. Pero no era el libro pesado, serio, que nos obligan a leer en el colegio o la universidad.
Esa lectura es casi una traición a la travesura cervantina, a esa gran burla a los que se alocan con la lectura. El Quijote de Pausa es un personaje cómico, carnavalesco: “Venía caballero en un caballo flaco muy parecido a su Rocinante, con unas calcitas del año de uno, y una cota muy mohosa, morrión con mucha plumería de gallos, cuello del dozavo, y la máscara muy al propósito de lo que representaba”.
Sancho no se queda atrás en lo cómico. Aunque más racional, tiene una inclinación a la abundancia y plenitud generales. Se opone así a la cultura oficial llena de dietas y sacrificios. Por eso Bajtin, el estudioso de lo carnavalesco medieval, prefiere al escudero sobre el caballero. Nos dice que: “el rol de Sancho frente a Don Quijote podría ser comparado con el rol de las parodias medievales con relación a las ideas y cultos sublimes”. Pero Bajtin se equivoca, estas “ideas y cultos sublimes” del Quijote se realizan entre molinos, albergues, rebaños, venteros y prostitutas lo que las hace tan carnavalescas como el escudero.
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