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Francisco El Hombre

Publicado: 2014-04-28

Mi historia comienza con un naufragio. Era un barco alemán. Estaba lleno de acordeones. Iba rumbo a la Argentina y encalló en nuestra costa. Fue así como el acordeón llego a nuestro país. Hasta entonces lo único que teníamos eran los tambores de los negros y las flautas de los indios. Aquí no había nadie que pudiera enseñarnos a tocar el acordeón. Así que inventamos nuestro propio estilo”. El que dice esto es Francisco Rada Batista, “Pacho”, conocido en Cien años de soledad como Francisco El Hombre. Y así comienza la película El acordeón del diablo donde cuenta su historia.

El acordeón quedó como uno de los instrumentos que más se toca en Colombia. Pero porque los colombianos aprendieron solos es totalmente distinto al acordeón europeo. Tienen que modificar su estructura. Pero sobre todo por la velocidad y los sonidos que se le sacan, que los alemanes ven como imposibles.

Francisco Rada tenía 4 años cuando sostuvo por primera vez un acordeón en sus manos. No lo soltó hasta que, pasados los 90, ya no pudo seguir viviendo más. Hay quienes dicen que en el país de los muertos sigue tocando. No solo tocó, compuso canciones, inventó su propio ritmo: el son colombiano. Aunque prefiere tocar en vivo, fue el primer acordeonista que llegó a la radio colombiana. García Márquez lo describe como “un anciano trotamundos de casi doscientos años que pasaba con frecuencia por Macondo divulgando las canciones compuestas por él mismo”.

pacho radas, foto de óscar díaz/ eluniversal.co

Pero dice algo más, Francisco el Hombre es algo así como un periodista ambulante: “Francisco el Hombre relataba con detalles minuciosos las noticias ocurridas en su itinerario, desde Manaure hasta los confines de las ciénagas”. En muchas de ellas, como ocurre en toda la literatura oral de nuestro continente, lo mítico se juntaba con lo real. Así que la minuciosidad y la magia García Márquez la aprendió no solo en Kafka sino en las historias de estos trovadores que escucho desde pequeño.

Uno de esos relatos fabulosos tiene que con nuestro personaje: el día que derrotó al diablo. Sobre el tema hay muchas versiones. La de García Márquez es que “derrotó al diablo en un duelo de improvisación de cantos”. Otros, más cercanos a la música que al canto, dicen que lo derrotó porque tocaba mejor el violín. También existen versiones más religiosas como aquella de que recitó el Credo al revés o la que cuenta el propio Francisco en la película, que fue la medallita que llevaba la que lo salvo.

En esos 200 años Francisco el Hombre tuvo entre hijos, nietos y bisnietos tuvo 422 descendientes pero al mismo tiempo una soledad inmensa, como la de los Buendía:

en mis últimos añosyo compuse una canciónpero es para decirlestodo lo que me ha pasadoa todo lo que he hechono le han dado valorpor causa de mis notasyo me he ganado un dony ahora tengo que morircomo un hombre desgraciado"

Y realmente, aunque muchos han ganado plata con sus canciones, él tiene esas jubilaciones nada jubilosas que lo hacen pensar cada día si comerá o no. Alguna vez le dijeron que le iban a construir un monumento. Él lo rechazo “los monumentos son para los muertos, construir uno ahora traería mala suerte”. Lo que sí aceptó fue regresar al pueblo que lo vio nacer, El Dificil, para un homenaje.

Si al principio de la novela se habla de Francisco el Hombre, al final, pasados ya 100 años, el personaje es Rafael Escalona. Así pasamos del son al vallenato. Escalona está descrito como "el sobrino del obispo, heredero de los secretos de Francisco El Hombre". Así se establece una continuidad que no cesa. Escalona es ahora el que cuenta las historias: Un cura que se roba la custodia de la iglesia y la reemplaza por una falsa, la fuga de una niña bien con el chofer de un camión, los hambres de pan y de amor de un estudiante, por solo citar algunas.

Pero nosotros podemos ahora decir que hay un son o un vallenato más, uno de 300 páginas, 100 años de soledad


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Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"