Las primeras fuentes de nuestra cultura popular, qué duda cabe, viene de lo andino, lo negro y lo hispano. Son hispanas nuestras décimas. Las coplas de la marinera son hispanas. Baste recordar la más conocida:  

Palmero sube a la palma

Y dile a la palmerita

Que se asome a la ventana

Que mi amor la solicita

Es evidente que no le está pidiendo a un árbol que se asome a la ventana. Palmerita es una mujer nacida en las Palmas Canarias. De ahí nos llegó la copla en algún barco carabela.

Pero para construir la nación teníamos que independizarnos de España y adoptar nuevos aires. Nuestra intelectualidad se afranceso. Nuestra cultura popular, la Guardia Vieja, también le cantó a París.

En Francia hay un París

y en él se rinde culto al dios Amor,

esa es la tierra del placer

donde reina la mujer

con todo su esplendor

Adoptamos el foot ball inglés y en un proceso de fusión de culturas lo hicimos nuestro. El fútbol ahora ya no tiene la rigidez de los ingleses sino la gracia morena. Los triunfos grones son una manera de demostrar que el pueblo también tiene espacios donde gana.

De Alemania y Austria nos llegó el vals y paso por el mismo proceso. A punto que quien escucha las composiciones de Pablo Casas, Manuel Acosta Ojeda o cualquier otro de nuestros cultores no le encontrara fácilmente relación con El Danubio Azul que se baila en los matrimonios.

Ambas manifestaciones culturales llegaron relativamente en el mismo periodo: fines del siglo XIX o comienzos del XX. Ambas tuvieron un dialogo fecundo. Muchos compositores le dedicaron canciones al fútbol. Y por supuesto la mayoría de ellos al equipo más popular: Alianza Lima. Así no solo es el equipo del pueblo sino un espacio de cultura.

Nos dice el Libro de Oro de Alianza Lima que “a Manguera Villanueva no le gustaban las entrevistas de los periodistas. Prefería estar con sus vecinos, hablar en replana y jaranear en los callejones (…) Frecuentaban los mismos lugares él y Pinglo, que pronto se hizo amigo de los jugadores íntimos, entre quienes había grandes jaraneros.” Entre los jugadores a los que Pinglo les dedica alguna pieza están Juan Rostaing, Alejandro Villanueva, Juan Valdiviezo. Además hace la marinera “Viva el Alianza” y el vals Los tres Ases.

Los Troveros Criollos grabaron en 1952 la polka “Alianza Lima” en la que aluden al buen juego blanquiazul y mencionan varios nombres del equipo principal de los años cincuenta, sobre todo a la endemoniada delantera de ese entonces integrada por Félix Castillo, Guillermo Barbadillo, Roberto Castillo, Máximo Mosquera y Óscar Gómez Sánchez.

En 1972 Lucha Reyes, grone de piel y de corazón, conocida como “La morena de oro”, graba en el propio Estadio de Matute el tema “Alianza de los Milagros”. Poco después Arturo “Zambo” Cavero nos ofrece el festejo “Arriba Alianza Lima”. 

Por supuesto no todo en el fútbol es alegría. En 1987, un 8 de diciembre, se muere uno de los mejores planteles de Alianza. En ese momento Augusto Polo Campos produce la canción “De la Victoria a la gloria”

“Desde Tumbes hasta Tacna,

desde Pucallpa a la gloria,

los negros de La Victoria

se van porque Dios los llama.”

No estoy incluyendo, por supuesto, todos los cantos dedicados a Alianza. Hay que distinguir además las canciones que desde Pinglo hasta Polo Campos han significado un esfuerzo poético de aquellas que nacen casi espontáneamente de la barra. Estas últimas existen en todos los equipos del mundo y su registro supondría un esfuerzo mayor pero poco útil. Las canciones de autor en cambio marcan la impronta de Alianza Lima en la cultura popular limeña a lo largo de un siglo