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Tres formas de ser de la décima

... y un recuerdo blanquiazul.

A Aldo Chamochumbi y sus navidades solidarias

Publicado: 2014-12-16

Tres son los géneros de la poesía popular española:  

Los refranes: dípticos sin rima ni metro que solo el pueblo inventa. Hay cientos de ellos y para todos los gustos. Si quieres levantarte temprano dirás “A quien madruga/ Dios lo ayuda”, en cambio si quieres cabecear un poco más tienes que “No por mucho madrugar/ se amanece más temprano”.

Las coplas, de las que hay variedad. Así las que encabezan las décimas de pie forzado tienen rima ABBA (“A cocachos aprendí/ mi labor de colegial/ en el Colegio Fiscal/ del barrio donde nací”). En cambio las cajamarquinas riman sólo los versos pares (“Yo me he casado contigo/ por no dormir en el suelo/ y ahora me vienes diciendo/ que la cama es del abuelo”). Por supuesto aquí comienza el autor. Si bien Machado decía “Hasta que el pueblo las canta/ las coplas coplas no son/ y cuando las canta el pueblo/ ya nada importa el autor”. Pero esa misma es una copla de autor

Las décimas, que por su extensión y capacidad expresiva tienen más variedad aún. Es en ese terreno que me moveré en lo que sigue del artículo. 

Quiero aclarar aquí que me voy a referir a la décima popular. Dejaré de lado las de Martín Adán (La rosa de la espinela) y otras semejantes que no vienen al caso.

PRIMERA FORMA: la décima improvisada

el martin fierro de molina campos

Ricardo Palma, al hablar de fray Francisco del Castillo “el ciego de la Merced” dice que para el pueblo “el solo poeta digno de aplauso es el improvisador” negando el título a quienes componen sus versos “en el silencio de la noche, encerrados en un gabinete y provistos de pluma y papel”. Por cierto la décima improvisada nace y muere en la lengua y son pocas las que han sido recogidas.

Su máxima expresión son las competencias que dos repentistas pueden realizar. De ellas dan cuenta algunos textos literarios como el Martín Fierro en que el protagonista tiene un duelo verbal con un negro. Dada la agresividad de toda competencia hay una alta dosis de racismo en versos como estos: “A los blancos hizo Dios,/ a los mulatos San Pedro, / a los negros hizo el diablo /para tizón del infierno”.

Aunque Quevedo era un buen improvisador pareciera que hoy se conserva esta forma solo en nuestro continente. Y me refiero a su totalidad, que en los Estados Unidos también se da la décima tanto por la presencia latinoamericana como por la supervivencia de tradiciones canarias en Luisiana, antigua colonia hispana, donde destacan improvisadores como Irván Pérez.

SEGUNDA FORMA: la décima impresa

http://www.clock51.com/

Aún conservando mucho de su oralidad la décima también ha sido escrita y publicada en periódicos. El periodismo siempre fue un género popular y ya en el siglo XVI teníamos décimas populares que se vendían en los mercados hispanos como hojas sueltas. Curiosamente quienes las vendían eran ciegos, imposibles lectores. Ocupaban las esquinas de las principales calles y plazas por el tiempo de las ferias y romerías o en las encrucijadas de los caminos relatando o cantando truculentos acontecimientos o novelescos episodios que luego vendían en hojas sueltas. Aún se conserva la memoria de Gaspar de la Cintera, natural de Ubeda, por la recopilación de Rodríguez-Moñino.

Esta tradición, ya sin ciegos, pasa a nuestro continente en la forma de la literatura de cordel brasileña o de la lira popular chilena, ambas del siglo XIX y comienzos del XX. Hasta por el nombre resulta más interesante la del sur del continente. Mientras en Brasil se le designa por la forma de su venta (colgadas las hojas en un cordel) en Chile la designación tiene un sello social marcado. Y efectivamente los autores fueron los primeros propagandistas sociales. Hicieron campaña contra la pena de muerte, contra la corrupción de los curas y del poder. Pero también hablaron de los oficios de los de abajo, de sus fiestas y su religiosidad.

TERCERA FORMA: libros orgánicos.

Llamo así a los libros que desarrollan un tema de principio a fin y con una cierta unidad. En la poesía culta tenemos La divina comedia de Dante por poner un ejemplo. En el siglo XX llega a este nivel la poesía popular. Es un libro orgánico el que nos regala Violeta Parra con su autobiografía, por ejemplo. Pero ahora es diciembre, y se cumplen 27 años de la partida de los potrillos, por eso quiero dedicar unas líneas al libro de Juan Urcariegui García Alianza siempre Alianza.

Urcariegui es de la misma generación de decimistas que Nicomedes Santa Cruz, herederos ambos de don Porfirio Vásquez. Ha publicado sus décimas en varios periódicos de la capital como Página Libre y La República. En 1989 recibió las Palmas Artísticas en el grado de Maestro otorgada por el Ministerio de Educación. Pero tiene la capacidad, rara entre los de su oficio, de desarrollar un tema en extenso sin dejar la décima. Eso es lo que hizo con el tema de las drogas o de la Inquisición.

Pero su libro mayor es el dedicado a Alianza Lima. Los fundadores, Manguera, las giras internacionales, los campeonatos, los clásicos, Cubillas, Cueto, Sotil, todos van desfilando por el libro. Le dedica 20 páginas a la tragedia del Fokker. Por cierto no sólo la tragedia, que es contada desde distintas voces incluida la del piloto (pp. 227.232). También hay páginas de agradecimiento a quienes compartieron la tragedia con nosotros: el Colo Colo chileno (“Gracias hermanos chilenos/ a ti Colo-Colo gracias/ gracias porque en la desgracia/ te dolió el dolor ajeno”). O, aquí, al Universitario de Deportes que olvidó rivalidades para compartir dolores (“Cuando la fatalidad/ truncó al equipo moreno/ Universitario en pleno/ mostro solidaridad”).


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Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"