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"la hamaca" Gustave Courbet

El derecho a la pereza

Publicado: 2014-12-26

Ahora que se propone que los jóvenes tienen el derecho a trabajar y que 30 días de vacaciones es mucho habría que recordar que el verdadero derecho a defender es el de la pereza. 

No habría cultura sin tiempo libre. El tiempo que gastamos en trabajar para otro se lo quitamos a nuestra propia creatividad que es el motor del mundo no sólo en las artes sino también en las ciencias. Se lo robamos también a los espacios de socialización, al compartir inútil. Y por supuesto a nuestra relación con la naturaleza. El trabajo alienado es anti ecológico.  

Muchas son las luchas que se han dado por mayor descanso. Recordemos que el día internacional de los trabajadores se recuerda la lucha por las 8 horas. Vale decir por tener 16 horas de pereza. Pero en verdad la historia es más antigua. Todas las culturas importantes han defendido la pereza. No lo digo yo, lo dijo Herodoto cuatro siglos antes de nuestra era: 

«Yo no podría afirmar que los griegos hayan recibido de los egipcios el desprecio al trabajo, por cuanto encuentro establecido el mismo desprecio entre los tracios, los escitas, los persas y los árabes».

Alguien me podría objetar que el padre de la historia se oponía al trabajo porque se lo dejaba a los esclavos. Pero un poeta griego de la época de Cicerón —Antíparos— cantaba a la invención del molino de agua (para la molienda del trigo), iba a emancipar a las mujeres esclavas y a traer la edad de oro:

« ¡Ahorrad el brazo que hace girar la piedra, oh molineras, y dormid tranquilamente! ¡Que en vano os advierta el gallo que es de día! Dánae ha impuesto a las ninfas el trabajo de las esclavas, y ahí están brincando alegremente sobre la rueda, y ahí está el eje sacudido que con sus rayos hace girar la pesada piedra. Vivamos de la vida de nuestros padres y gocemos ociosos de los dones que la diosa concede.»

Cristo en su Sermón de la Montaña también elogió la pereza: «Contemplad cómo crecen los lirios de los campos; ellos no trabajan, ni hilan, y sin embargo, yo os lo digo, Salomón, en toda su gloria, no estuvo más espléndidamente vestido»

Si el molino de agua podía liberar a los esclavos del trabajo ¿qué no debíamos esperar de toda la tecnología que tenemos ahora? El problema es que no está al servicio de la humanidad sino solo del capital. 

Pero incluso la burguesía, cuando era progresiva, era gran defensora de la pereza. En los siglos XV y XVI abogaba alegremente por las tradiciones del paganismo y glorificaba la carne y sus pasiones. Ese es el discurso que encontramos en Rabelais, Cervantes, Quevedo. En la pintura de Jordáens y la escuela flamenca. En la filosofía de Diderot.

Hay que aclarar que ellos tampoco limitan la pereza a las clases dominantes. Como decía en otro artículo “El Quijote es un libro que se sitúa en el mundo popular. Antes los caballeros andaban en cortes y palacios. Con el ilustre caballero van a sitios de mal vivir y buen beber y liberan presos”.

El derecho a la pereza ha sido abandonado por la burguesía y ahora nos pertenece. Paul Lafargue, el yerno de Marx, le dedicó un libro. “Para que llegue a la conciencia de su fuerza es necesario que el proletariado pisotee los prejuicios de la moral «cristiana», económica y librepensadora; es necesario que vuelva a sus instintos naturales, que proclame los Derechos a la pereza”. Trotsky, por su parte, propuso como una forma de eliminar el desempleo repartir las horas de trabajo entre todos los que tienen capacidad de trabajar sin disminuir el sueldo. Con turnos de 6 o de 4 horas según sea necesario no sólo no habría desempleo sino que aumentaría el derecho a la pereza.

Y no sigo escribiendo porque tengo pereza.

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