Algemiro Julcapoma es un vecino de la cuadra 2 de la Avenida Arequipa. No tiene pretensiones políticas. Si ahora va a marchas es porque siente que tiene que defender su avenida, en la que vivió su familia desde muchos años atrás. Si le ha pedido al alcalde que le muestre los documentos que sustentan la construcción del by pass es porque quiere saber si hay algo de legalidad en todo esto. 

La respuesta de la Municipalidad a Algemiro la hemos comentado ya en La Mula. Le piden que, si quiere conocer el Acuerdo de Concejo que aprobó la obra, les diga qué número tiene y en qué fecha se dio. Como si no fueran ellos los que lo expidieron, los que lo tienen archivado, los que lo deben mostrar. O quizá es que no hubo tal Acuerdo y al alcalde se le ha antojado hacer un by pass porque así son los antojos.

Algemiro, sorprendido, fue a buscar la ley de procedimientos administrativos. Quería saber si algo había hecho mal, si quizá debió primero preguntar el número, luego la fecha, luego el contenido. Acababa de leer El proceso de Kafka y pensó que podía estar inspirado en la gestión municipal en el Perú.

Apenas tuvo en sus manos la ley 27444 se dio cuenta que era el Municipio el equivocado. No necesitó navegar entre los complicados artículos en lo que seguramente él, como cualquier otro lego, hubiera naufragado. Se quedó apenas en los principios rectores.

Vio dos: el de informalismo y el de participación. El de informalismo va dirigido justamente contra los Kafka y sus imitadores municipales. Se trata de que los “derechos e intereses no sean afectados por la exigencia de aspectos formales que puedan ser subsanados dentro del procedimiento”. El de participación busca que la democracia sea efectivamente gobierno del demos, del pueblo y no sólo de los administradores. Dice que “las entidades deben brindar las condiciones necesarias a todos los administrados para acceder a la información que administren”.

La Municipalidad le hizo a Algemiro una de esas preguntas imposibles de contestar con el fin de hacer fracasar sus pretensiones. Él, en cambio, generoso, les ha dictado una lección de Derecho. Ya se, Algemiro no es abogado y Castañeda si. Pero Algemiro es derecho, no es torcido.


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