Hace algunos días un amigo me decía “¿Te has dado cuenta que todos nuestros héroes son blancos y los negros sólo sirven para la cocina o el deporte?” Yo por cierto le puse varias objeciones. 

La primera es que a mi me parecen muy poca cosa los héroes peruanos. Resultan todos generales de batallas perdidas. O no supieron organizar sus fuerzas si las tenían o no supieron hacer una retirada a tiempo si no las tenían. Por responsabilidad suya murieron muchos, la mayoría negra e indígena. Por otro lado los negros también supieron dar sus batallas, es el caso de Francisco Congo y el palenque de Huachipa en 1713. La derrota de los cimarrones ese año fue también un ecocidio. El mismo sistema de opresión contra el hombre y contra la naturaleza. Los bosques de Huachipa fueron desolados como producto de la tala para evitar que sirvan de refugio a cimarrones.

Una vez entrada la independencia los cimarrones siguieron dando sus batallas. Aunque muchas veces detrás de caudillos liberales pero se dio el caso de un negro, Pedro León, que ocupo unas horas el sillón presidencial. En todo caso fueron gestores de su propia libertad, aunque ahora la presenten como regalada por Castilla. Una vez libres participaron en las luchas por una vida digna para sus pueblos. Como no recordar a María Elena Moyano en Villa El Salvador o a Elias Muñoz Boza, el primer alcalde de Aucallama.

Pero también objete ese “sólo” con el que se desprecia la cocina y el deporte. Habría que agregar la música y el arte en general. En esta sociedad productivista resulta apreciable lo que da plata. La cultura es poca cosa. Y sobre todo esa cultura de abajo, esa que forma nuestra cotidianeidad. Apreciamos la comida peruana si se trata de Gastón Acurio o de Guido Galia. Pero la antichuchera de la esquina es “sólo” una cocinera. Algunos doctores de la izquierda critican el fútbol porque “distrae a las masas” como si ellos estuvieran pensando todo el día en los grandes conflictos sociales.

Los afrodescendientes han dado nombres ilustres a nuestra cultura popular. Pensar en la cocina es recordar a Teresa Izquierdo. En la música tenemos a Amador Ballumbrosio, Carlos Hayre. La familia Santa Cruz nos ha dado de todo: poetas, toreros, músicos, gente de teatro. En nuestro cine hay que recordar a Fernando Espinoza. Pero también en la literatura académica hay algunos nombres que dar como Leoncio Bueno o Lucia Charun-Illescas.

El CEDET acaba de publicar el libro Personajes afrodescendientes de Perú y América. En verdad el título es algo grande porque del resto de América solo cuenta con el relato sobre Marie-Joseph Angelique, negra esclavizada en Canadá que es símbolo de rebeldía y coraje. Habrá momento para recoger más historias, para poner las historias personales en contextos sociales. Otro déficit del libro es la ausencia de deportistas. Nadie escribió sobre nuestros futbolistas a pesar de que incluso hay un equipo que se reconoce como grone, o de los héroes del box peruano, o de nuestro vóley. En fin, déficits se pueden encontrar en cualquier libro. Estoy seguro de que el CEDET tiene suficientes años por delante como para irlos superando.


[Fotografía de cabecera: poblacionafroperuana.cultura.pe]