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mirtha toledo/detalle de  su retrato "Eugenio Sar" (2013)

Los afrodescendientes en el Perú republicano

Publicado: 2015-09-26

Demoraron mucho, durante mucho tiempo se le dio mucha importancia a lo indígena pero no a lo negro. Al comienzo hasta prejuicios hubo. La primera tesis sobre Nicomedes Santa Cruz fue hecha en la Universidad de Kentucky, si bien es cierto que por una peruana: Martha Ojeda. Pero cada vez tienen más fuerza en el país, es una señal de que algo está cambiando no solo en la academia sino en la sociedad como conjunto. Ahora la Universidad Católica nos ha ofrecido el libro Los afrodescendientes en el Perú republicano, compilado por Eduardo Huárog Álvarez que es, además, autor del ensayo más largo. 

Se trata de cinco ensayos, dos históricos y tres literarios en torno al tema de los afrodescendientes. Los históricos tratan de espacios con marcada presencia negra. La Lima del siglo XIX es estudiada por Jesús Cosamalón Aguilar a partir del censo de 1860. Un censo interesante porque no sólo tiene cifras sino incluso historias de vida que nos permiten ver cuál era la situación de los últimos esclavos, donde se ubicaban mayoritariamente los negros y a qué se dedicaban. Se me hace raro pensar en una Lima que tiene apenas 66,657 habitantes. Es menos que lo que hoy tiene Abancay. Por eso mismo no entiendo porque Cosamalón estudió solo tres de los cinco cuarteles (el I, III y V). No nos da ningún motivo y quizá sería interesante terminar el estudio.

El otro espacio es El Carmen, estudiado por Eduardo Barriga y Jorge Luis Lossio. Debo confesar que me ha aclarado muchas dudas que este distrito afroperuano me suscitaba. Por un lado es cierto que hoy aparece casi como el emblema de la cultura negra del sur chico. Pero mis mayores me habían contado que durante mucho tiempo hubo un predominio de lo andino en El Carmen. 

Esto es ratificado en la película Sigo siendo donde se ve la amistad de don Amador Ballumbrosio con Maximo Damián. En el ensayo queda claro la doble vertiente cultural de la zona. Por un lado es cierto que el origen del distrito chinchano “se remota al arribo de esclavos procedentes de distintas partes de África” y que durante la lucha independentista “se extendió alrededor de El Carmen el cimarronaje y el bandolerismo”. Por otro que a principios del siglo pasado, cuando se cambió el cultivo de azúcar por el de algodón, vinieron enganchados campesinos de Huancavelica y Ayacucho. Es la historia de nuestra heterogeneidad cultural, presente en todo el país aún en las zonas que creemos más representativas de uno u otro sector.

el violinista máximo damían con la familia ballumbrosio en el carmen , durante el rodaje de "sigo siendo" | foto de milena carranza valcárcel


Esa misma heterogeneidad la vemos en los ensayos de literatura. Antonio González Montes trabaja la narrativa de su tocayo Gálvez Ronceros. Se podría decir de ella que es una escritura oral. En primer lugar por la forma de la escritura que sigue las variaciones fonéticas de los hablantes negros (“A ve quién es el valiente que se atreva a bailá conmigo”, “Había tanta gente que andaban deparramá po too los cuartos”). Son textos que recrean el peculiar modo de hablar de un narrador ficticio que sería quien cuenta la historia y nos brinda la información de que es negro. Pero también por el tipo de anécdotas que cuenta, que bien podrían venir de la tradición chinchana o en todo caso alimentarla a partir de que quien los leyó los recuerda y los repite. Es el caso del sabroso relato erótico de un compadre y una comadre en los campos de Chincha que nos regala Gálvez Ronceros en “Etoy ronca”. Relato que ha sido comentado también por Eduardo Huárog. 

nicomedes, en  icónica imagen captada por carlos "chino" domínguez

En cambio en el caso de Nicomedes Santa Cruz podemos decir que se trata de una oralidad escrita. Es curioso como repetidas veces se clasifica la poesía de Santa Cruz como oral. Definitivamente no lo es. Si la oralidad nace en la boca y es anónima, los textos de Nicomedes son escritos antes de recitarse, tienen autor y quedan fijos tanto en libros como en discos. Se trata, según Fred Rohner, de un proyecto estético que parte de la “apuesta de asumir la décima como vehículo de expresión literaria y de construcción de un sujeto político”. Rohner declara en nota a pie de página que su trabajo es deudor de las “discusiones que encaminaron la investigación de Jaime Bryce”. Dato importante porque vemos que ya comienzan a florecer tesis sobre nuestro poeta, hay que sumar la tesis doctoral de José “Cheche” Campos. Espero que alguna vez tengamos tantas como se tiene en la Universidad de Chile sobre Violeta Parra.

Rohner nos relata que a fines del siglo XIX y principios del XX había una tradición bien consolidada de décimas en Lima y otras ciudades costeñas. El proyecto de Santa Cruz supone la recopilación, estudio y creación de décimas para “renovar el lugar de enunciación y de representación que habían ocupado los afroperuanos”. Es pues parte de un proyecto político cultural que se da en el justo momento en que el poeta está buscando un lenguaje propio. Si bien estoy de acuerdo con Rohner, lo personal es importante, también hay que señalar que esta búsqueda personal se da al interior de la poesía popular. No se trata solo de un letrado que adopta para sí formas populares sino de un conjunto de creadores de valses, décimas y otras expresiones que van desarrollando un sistema cultural alternativo a la ciudad letrada, que en otros estudios he llamado ciudad cantada. Sus textos circulan en espacios que no son necesariamente las bibliotecas y librerías de los letrados, tienen un público específico y distintas formas de relacionarse con él. Muchos de los textos del presente blog tienen que ver con esta ciudad cantada.


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Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"