Tlatelolco 68: flores entre las ruinas
“Más tarde brotaran las flores entre las ruinas y entre los sepulcros”
I
El 13 de agosto de 1521 Hernán Cortés inició el genocidio del pueblo azteca. Genocidio que luego fuera imitado por Pizarro en nuestras tierras y que se continúa hasta nuestros días en todo el continente. El pueblo derrotado adquirió pronto un arma que no podía llevarlo a revertir la situación pero si a mantenerse vivos y unidos: conservar su identidad. Esa arma era la poesía.
Llorad, amigos míos,
tened entendido que con estos hechos,
hemos perdido la nación mexicana
¡El agua se ha acedado, se acedó la comina!
Esto es lo que ha hecho el Dador de la vida en Tlatelolco
II
Esos versos los conocemos gracias a la recopilación y traducción de textos nahuas que hizo Ángel María Garibay. Pero los recordamos porque fueron parte de una representación teatral de los estudiantes presos luego de otra matanza: el 68. Porque ocurre en nuestros países que se mete presos a las víctimas que sobreviven de una matanza, pocas veces a los asesinos. De hecho Díaz Ordaz, el Cortés del 68, nunca fue detenido. Era el presidente.
Yo soy de los convencidos de que democracia y capitalismo son términos antitéticos. “La primera tarea de la revolución es la construcción de la democracia” dice el Manifiesto Comunista. Pero algunas conquistas democráticas son posibles antes: que no haya presos políticos, que se destituya al jefe de la policía cuando este hace barbaridades, que no haya “delito de opinión”. Eso, nada más, pedían los estudiantes mexicanos el 68. Querían un diálogo abierto con el gobierno sobre esos temas. Pero en nuestro paises los gobiernos no dialogan, matan.
El 68 el capitalismo entró en una crisis moral. La comercialización de la naturaleza fue respondida con ecologismo; la de nuestros cuerpos, con feminismo; la de nuestras vidas con un gran movimiento democratizador que abarcó casi todo el mundo: Praga, Chicago, París, Tokio, Belgrado, Roma, México. Y cuando digo democratizador apunto socialista (¿es necesario volver a citar el Manifiesto?). Y por eso de amor. Flores entre las ruinas y los sepulcros. Volvió a aparecer la poesía. Hicieron poemas José Emilio Pacheco, José Carlos Becerra, Juan Bañuelos, Eduardo Santos, Rosario Castellanos. Algunos de ellos escritores de toda la vida, otros solo de ese momento. Eduardo Santos, de la facultad de Comercio de la UNAM, es de estos últimos. Su poema lo conocemos gracias a Elena Poniatowska:
Escucha
el rumor escucha las cadenas
que lleva el torrente
oye, mira el terror cabalga en
aras de bayoneta
Acércate amor mío, no temas, ya pasara
Nos cubrieron con lazos de dolor nos robaron el
lenguaje de los astros
No temas ya llegará la aurora
En la negritud se volcó la imagen
nos rompieron los cráneos y mis
cabellos bañan la simiente
Estréchate ya pasará el frío
Se crecieron las negras raíces
Serpiente verdesmeralda formada de
cristal de gritos. Nos negaron el
silencio
y nos acogotaron con sus voces
Ya pasará amor mío no temas
III
Las muertes siguen hoy. Sigue la poesía. Después de mi propia experiencia escribí algunos textos. Les dejo uno:
Desde Tupac hasta el Che
También a Francisco Congo
En tantas muertes me pongo
Junto a Camilo y su fe
Con Vansetti yo lo se
Que a Jesús crucificaron
Y todo un pueblo arrasaron
Allá en Lucanamarca
Siempre me llevo la parca
Tantas veces me mataron
IV
Alguna vez, más pronto que tarde, estaremos todos unidos y podremos responder a sus golpes. Ya no nos mataran más. Ya sé, nos acusaran de violentistas entonces. Pero venceremos. Ven, seremos.
Nota. Los que quieran mi poemario Poemas para vencer a la muerte pueden pedirlo a danielmathewsc@gmail.com. El envío será en versión PDF