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Foto: viento sur

Tlatelolco 68: flores entre las ruinas

“Más tarde brotaran las flores entre las ruinas y entre los sepulcros”

Elena Poniatowska

Publicado: 2018-10-17


El 13 de agosto de 1521 Hernán Cortés inició el genocidio del pueblo azteca. Genocidio que luego fuera imitado por Pizarro en nuestras tierras y que se continúa hasta nuestros días en todo el continente. El pueblo derrotado adquirió pronto un arma que no podía llevarlo a revertir la situación pero si a mantenerse vivos y unidos: conservar su identidad. Esa arma era la poesía.

Llorad, amigos míos,

tened entendido que con estos hechos,

hemos perdido la nación mexicana

¡El agua se ha acedado, se acedó la comina!

Esto es lo que ha hecho el Dador de la vida en Tlatelolco

II

Esos versos los conocemos gracias a la recopilación y traducción de textos nahuas que hizo Ángel María Garibay. Pero los recordamos porque fueron parte de una representación teatral de los estudiantes presos luego de otra matanza: el 68. Porque ocurre en nuestros países que se mete presos a las víctimas que sobreviven de una matanza, pocas veces a los asesinos. De hecho Díaz Ordaz, el Cortés del 68, nunca fue detenido. Era el presidente.

Yo soy de los convencidos de que democracia y capitalismo son términos antitéticos. “La primera tarea de la revolución es la construcción de la democracia” dice el Manifiesto Comunista. Pero algunas conquistas democráticas son posibles antes: que no haya presos políticos, que se destituya al jefe de la policía cuando este hace barbaridades, que no haya “delito de opinión”. Eso, nada más, pedían los estudiantes mexicanos el 68. Querían un diálogo abierto con el gobierno sobre esos temas. Pero en nuestro paises los gobiernos no dialogan, matan.

El 68 el capitalismo entró en una crisis moral. La comercialización de la naturaleza fue respondida con ecologismo; la de nuestros cuerpos, con feminismo; la de nuestras vidas con un gran movimiento democratizador que abarcó casi todo el mundo: Praga, Chicago, París, Tokio, Belgrado, Roma, México. Y cuando digo democratizador apunto socialista (¿es necesario volver a citar el Manifiesto?). Y por eso de amor. Flores entre las ruinas y los sepulcros. Volvió a aparecer la poesía. Hicieron poemas José Emilio Pacheco, José Carlos Becerra, Juan Bañuelos, Eduardo Santos, Rosario Castellanos. Algunos de ellos escritores de toda la vida, otros solo de ese momento. Eduardo Santos, de la facultad de Comercio de la UNAM, es de estos últimos. Su poema lo conocemos gracias a Elena Poniatowska:

           Escucha

el rumor      escucha las cadenas

que lleva el torrente

        oye, mira el terror cabalga en

aras de bayoneta

     Acércate amor mío, no temas, ya pasara

Nos cubrieron con lazos de dolor nos robaron el

lenguaje de los astros

     No temas ya llegará la aurora

En la negritud se volcó la imagen

nos rompieron los cráneos y mis

cabellos bañan la simiente

     Estréchate ya pasará el frío

Se crecieron las negras raíces

Serpiente verdesmeralda formada de

cristal de gritos. Nos negaron el

silencio

y nos acogotaron con sus voces

    Ya pasará amor mío no temas

III

Las muertes siguen hoy. Sigue la poesía. Después de mi propia experiencia escribí algunos textos. Les dejo uno:

Desde Tupac hasta el Che

También a Francisco Congo

En tantas muertes me pongo

Junto a Camilo y su fe

Con Vansetti yo lo se

Que a Jesús crucificaron

Y todo un pueblo arrasaron

Allá en Lucanamarca

Siempre me llevo la parca

Tantas veces me mataron

IV

Alguna vez, más pronto que tarde, estaremos todos unidos y podremos responder a sus golpes. Ya no nos mataran más. Ya sé, nos acusaran de violentistas entonces. Pero venceremos. Ven, seremos.

Nota. Los que quieran mi poemario Poemas para vencer a la muerte pueden pedirlo a danielmathewsc@gmail.com. El envío será en versión PDF


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Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"