Goethe precursor de Marx
Me preocupó que Löwy llamara “marxista romántico” a Mariátegui. La pregunta cae por su propio peso ¿Qué relación puede tener Marx con Goethe? Es cierto que en algún momento coincidieron. Pero cuando Marx era niño Goethe ya era anciano. Don Carlos alguna vez escribió algunos poemas románticos. Pero, evidentemente, le fue mejor como filósofo que como poeta. Ya de filósofo incluye citas de Goethe y de Shakespeare en sus textos. El fantasma de Hamlet, que anunciaba la podredumbre danesa, recorre Europa en el Manifiesto comunista. Pero eso no necesariamente lo hace romántico. Era mejor buscar al revés, leer el Fausto para ver que ideas pudo sacar de ahí Marx.
Fausto es un personaje muy querido en la cultura europea. Nace en una leyenda renacentista y de él escriben Marlowe y Calderón de la Barca. En la música inspiró a Gounoud, Liszt, Berlioz. Heine, amigo personal de Marx, escribió un libreto para ballet. Se trata de un erudito de gran éxito pero insatisfecho con su vida que hace un trato con el diablo, intercambiando su alma por el conocimiento ilimitado y los placeres mundanos. Ya un poco más actual también ha sido llevado varias veces al cine. La más antigua es una película muda alemana dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau en 1926. Pero el de Goethe tiene componentes muy particulares que tratare de enumerar:
I. Concepto de necesidades/actividades humanas
Cuando Mefistófeles le ofrece el pacto, Fausto responde:
¿Qué puedes darme pobre diablo? ¿Comprendieron jamás los de tu clase el espíritu del hombre y sus sublimes anhelos? ¿Qué me ofreces? Si, tú tienes un manjar que no satisface; tienes oro pálido que se escurre en las manos como el azogue; un juego en el cual nunca se gana; una mujerzuela que, aun entre mis brazos, hará señas a mi vecino: la gloria, bello placer de los dioses, que se desvanece cual fugaz meteoro.
En sus Manuscritos de 1844 Marx distingue entre las necesidades/actividades “puramente inmediatas compartidas con los animales” (comer, fornicar, dormir) y las específicamente humanas (creación, praxis). Parece notoria la presencia de Goethe.
II. Critica de la comercialización de la vida
El mundo de las necesidades/actividades animales es también el de las apariencias y de las riquezas materiales. Es el mundo de Mammon, dios de las riquezas:
¡Malditas, todas las fascinaciones que se apoderan del alma y la sumen, en fuerza de ilusiones, en esos abismos lamentables! ¡Maldito el engarzo de las apariencias que acosa a nuestros sentidos!... ¡Maldito sea Mammon cuando con tesoros nos incita a arrojadas empresas, cuando para el placer ocioso nos apareja mullidos almohadones!”
III. Carácter transformador, pero alienado, del trabajo
Goethe habla de “ser un hombre frente a la naturaleza, conquistando al mismo tiempo la libertad”. Pero es consciente de que hay clases que se apoderan del trabajo ajeno. Sus leñadores advierten:
En elogio nuestro, poned esto en claro, pues si los rústicos no trabajáramos en el campo ¿cómo se las compondrían las personas finas por más que se devanaran los sesos? Tenedlo bien entendido; si nosotros no sudáramos, os quedaríais yertos de frío.
IV. Filosofía de la praxis.
Fausto quiere saberlo todo “quiero abarcar con mi espíritu lo más alto y lo más bajo, acumular en mi seno todo bien y todo mal”. Pero hay dos aportes de Goethe a la filosofía del conocimiento. Su conocer no es académico ni dogmático. Incluye también la dimensión del amor. No parte de la observación sino de la praxis:
Escrito está: “En el principio era la Palabra”... Aquí me detengo ya perplejo. ¿Quién me ayuda a proseguir? No puedo en manera alguna dar un valor tan elevado a la palabra; debo traducir esto de otro modo si estoy bien iluminado por el Espíritu. Escrito está: “En el principio era el Pensamiento”... Medita bien la primera línea; que tu pluma no se precipite. ¿Es el pensamiento lo que todo obra y crea?...Debiera estar así: “En el principio era la Fuerza”... Pero también esta vez, en tanto que esto consigno por escrito, algo me advierte ya que no me atenga a ello. El Espíritu acude en mi auxilio. De improviso veo la solución, y escribo confiado: “En el principio era la Acción”.
Es bien sabido que otro nombre del marxismo es “filosofía de la praxis”. Quizá es un mejor nombre porque desaparece el personalismo que a veces hace daño. Marx decía no ser marxista ¿Y Mariátegui? Habíamos comenzado hablando de él, de su supuesto romanticismo. Sería uno de los últimos herederos de Goethe. Veamos como traduce este fragmento del Fausto:
La fórmula filosófica de una edad racionalista tenía que ser “Pienso, luego existo”. Pero a esta edad romántica, revolucionaria y quijotesca, no le sirve ya la misma fórmula. La vida, más que pensamiento quiere ser hoy acción, esto es combate (Dos concepciones de la vida, en El alma matinal).
Resumiendo, la propuesta no solo estética sino vital de Goethe es la de un mundo donde puedan estar satisfechas las necesidades humanas trascendentes a partir de la liberación del trabajo. El trabajo así se constituye en fuente de creación y no de explotación como en la sociedad burguesa. El nacimiento del capitalismo es cuestionado por la falta de esos valores trascendentes, el desencantamiento del mundo, la capitalización de la vida. El problema no estriba en cómo se puede desarrollar mejor la productividad, el mito del “progreso” que luego Lasalle y Stalin relocalizan, sino en cómo construimos una sociedad que nos permita ser humanos en el sentido total de la palabra.
Es a esa idea a la que se suma Marx. El marxismo nace del romanticismo. Pero a la vez lo desarrolla y le da un sustento. Ese es el marxismo al que adhiere Mariátegui, en el que la acción, la praxis, es un tema central. Mariátegui rompe con el racionalismo y el mito del progreso para poner como fórmula de vida la misma que Goethe: “En el principio era la Acción”. Es en la acción, en las grandes insurrecciones de trabajadores, con la Comuna de París como espacio paradigmático, que Marx descubre la centralidad de la clase trabajadora. Es en la acción, con la rebelión de Atusparia y otras tantas, que Mariátegui identifica la lucha indígena. Hoy otros sectores, las mujeres en primer lugar, están configurando nuevas clases en una lucha que no terminara sino con la liberación total.