ya acabó su novela

Cien años de las 8 horas en el Perú

Conferencia en el evento del MEDI (Independencia, Lima)

Publicado: 2019-04-30

Primero es necesario entender la importancia de la lucha por las 8 horas. Está claro que tener 8 horas dedicadas al descanso despierto resulta importante para consolidar la familia, para realizar actividades culturales o deportivas con los amigos o simplemente para conversar con un pisco de por medio. Pero también es una medida anticapitalista. En el capitalismo somos pocos los que trabajamos por placer. La mayoría vende su fuerza de trabajo y ni siquiera ve el producto completo. Es más, el trabajo solo se considera como tal cuando es convertido en mercancía. Vemos una mujer que plancha, lava, barre, cuida a sus hijos pequeños y a su abuelito con alzhéimer y decimos que no trabaja. El fabricante de armas letales en cambio sí es un eficiente trabajador. Como en toda venta se trata de ofrecer la menor cantidad por el mayor precio. La lucha de los trabajadores siempre ha estado relacionada a uno de esos dos temas: trabajar menos, ganar más. La de los patrones también: aumentar los horarios, prolongar la edad de jubilación, quitar vacaciones, disminuir lo que ellos llaman “gastos laborales” (CTS, sueldos, etcétera). No es un tema del siglo XIX sino de hoy. Esos son los temas que están presentes en el “Plan de productividad” que presentó Vizcarra el 31 de diciembre del año pasado a las 10 de la noche. Eso está presente en planes similares de Duque en Colombia, Bolsonaro en Brasil, Ortega en Nicaragua, Piñera en Chile.  

Por eso es importante entender los factores que nos llevaron al triunfo. Por eso los mártires de Chicago están presentes en nuestra historia como clase social y sabemos de ellos y queremos saber más aunque no nos dicen nada de ellos en el colegio. Por eso es que en los Estados Unidos, donde se condenó a muerte a George Engel y Adolf Fisher por la huelga que comenzó un primero de mayo de 1886 está prohibido celebrar el 1 de mayo. Por eso es que ahora quieren llamarlo “día del trabajo” y en algunas empresas hay cena entre el patrón y los trabajadores a los que, además, llama “colaboradores”. Están queriendo quitarnos la memoria.

Pero hoy no quiero hablar de Chicago, quiero hablar del Perú. Y es que este año es importante para nosotros. Y es que se nos pasó el 13 de enero sin festejar el centenario de las 8 horas en el Perú. Ese día comenzó un paro nacional con serios enfrentamientos entre huelguistas y policías que obligo a José Pardo, después de dos días de intensa lucha, dar la ley de 8 horas. Entre 1886 de Chicago y el 1919 del Perú habían pasado 33 años.

Varios factores intervinieron en esos dos días. Vamos a dejar para el final el más importante. Comencemos por el panorama internacional. En 1919 termina la Primera Guerra Mundial. Dos años antes se había establecido el primer estado obrero: la Unión Soviética. Es el primer Estado donde son los trabajadores, desde sus organizaciones de base, los que gobiernan. Soviet en ruso es lo que en castellano llamamos asamblea. El soviet supremo no era más que una reunión de delegados de base como las que podemos tener en el distrito o en cualquier federación sindical. Si bien es cierto que Lenin y Trotsky eran dirigentes importantes no lo eran todo y había tanta pluralidad como en cualquier organización vecinal o laboral. Ahí estaban los bolcheviques, los mencheviques de izquierda, los eseristas. Solo faltaban los partidos de derecha, obvio.

La burguesía mundial se asustó de esto. Le mando tropas en contra a la reciente república. Pero se preocupó más todavía de que no se extendiera la experiencia. Y había que contentar a los trabajadores para que todo quede tranquilo. El Tratado de Versalles que ponía fin a la Primera Guerra Mundial recomendaba la jornada semanal de 8 horas diarias, 48 semanales y que los domingos fuesen festivos, propuestas que fueron recogidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1919, con el añadido de que se librara la tarde de los sábados. Así que lo que pedían los trabajadores peruanos no era más que el cumplimiento de lo que la OIT decía. No es raro que tras la caída de la URSS haya ocurrido un retroceso en todos los derechos laborales.

Un segundo factor era la presencia de un grupo de intelectuales que apoyaban a los trabajadores. Ricardo Palma llegó anciano a 1919 y González Prada no llegó. Pero ambos apoyaron el inicio del movimiento obrero en Lima. Uno era republicano liberal y el otro anarquista, andaban peleados, pero coincidían en el apoyo a los trabajadores. Hay que recordar que la primera huelga por las 8 horas ocurre en 1905 con los dos activos. El anarquista será importante en la construcción ideológica de la clase pero Palma no deja de serlo. No es gratuito que la biblioteca obrera que construyen los trabajadores tranviarios en el Parque Neptuno llevara el nombre del tradicionista.

Hacia 1919 eran otros intelectuales los que destacaban. Desde la dirección de El Comercio estaba Luis Miro Quesada de la Guerra. Él daba conferencias en los sindicatos y se hizo doctor en Ciencias Políticas con una tesis sobre “La cuestión obrera en el Perú”. En la Federación de Estudiantes del Perú estaba Haya de la Torre y otros amigos que fueron importantes bastiones del movimiento. En una carta del 19 de enero de 1919 los sindicalistas agradecen a los estudiantes por la actuación de Quesada, Bueno y Haya. Incluso dice que llegaron a arriesgar su vida.

Pero también había una intelectualidad obrera. En Vitarte se celebrara la fiesta de la planta con la presencia de Mariátegui, Magda Portal y otros. Funcionaba el Centro Musical Obrero de Lima. Se hacían canciones. Cabe destacar Manuel Casabona, Alejandro Fonken, Nicolás Gutarra, Arturo Sabroso, Julio Portocarrero, Fabián Borja, Delfín Lévano entre otros. Es de esta fusión de la intelectualidad obrera y la universitaria que nace tanto el Partido Socialista de Mariátegui como el APRA de Haya de la Torre. Hoy no tenemos un partido de trabajadores aunque hay intentos de construirlo y, debo confesarlo, participo de uno de esos intentos.

Y, por último, lo más importante. La unidad de los trabajadores. La huelga de 1905 fue de panaderos anarquistas. En 1919 intervinieron los textiles, curtidores, motoristas, transportistas de buses y tranvías, así como los trabajadores de la baja policía. Pronto se extendió a provincias. Los chalacos se hicieron de las vías del tren. Se sintió verdadera fuerza. Sin ella los factores externos no hubieran bastado. Y, nuevamente, así como partido también es necesario construir un movimiento social. Núcleos como el MEDI son importantes porque están en la línea de organizar a los pobladores con independencia de clase. Pero, evidentemente, no basta.

Y no basta porque es necesario cambiar las cosas de raíz. No podemos seguir con un sistema de producción que, entre otras cosas, está destruyendo el planeta. Tenemos que pasar de producir para el mercado de manera irracional a producir para las necesidades humanas. Dejar de producir armas, drogas duras, publicidad, coca cola y producir colegios, hospitales, agua potable para todos. Eso nos hará ver que los trabajos de cuidados que hoy le dejamos a las mujeres si tienen valor humano. Y lo más probable es que podamos reducir las horas de trabajo y el desempleo al mismo tiempo. Si dividimos las horas que necesitamos producir entre la cantidad de trabajadores disponibles seguramente nos dará tres o cuatro. Ahí la llegada de venezolanos u otros foráneos que ahora vemos como peligro la veremos cómo bendición. Pero, para eso, debemos dejar de tener encima gobiernos de corrupción y crimen organizado para tener un gobierno de los trabajadores.


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"Quiero escribir, pero me sale espuma"