VICTORIA SANTA CRUZ: Filosofa del ritmo
Al proposito del libro "Ritmo: el eterno organizador"
El libro de Victoria Santa Cruz no es solo una reflexión sobre la negritud. Aunque también lo es. Nos narra varias de las expresiones artísticas de los negros. Particularmente interesante su interés en el canto dialogado entre solista y coro que nos permite explicarnos uno de los poemas más brillantes de nuestra autora: “Me gritaron negra”. Pero reducir el libro a eso sería traicionarlo (algo de esta traición sentí en la presentación). La cultura africana está situada en un contexto mayor, romántico, de reapropiación de los saberes antiguos a los que una cultura escindida ha renunciado: “Existen todavía, en algunos pueblos de diferentes países del mundo, ciertos seres que poseen un aspecto del conocimiento, como rezago de lo que fue la cultura orgánica”.
Es, por tanto un rechazo a la cultura del pensamiento puro. Pobre Descartes que no existía antes de pensar. “Lo racional, lo intelectual, es división, es aislamiento” dice Santa Cruz. Propone en cambio un conocimiento vivencial: “Al escribir este libro, proceso de vivencias experimentadas a lo largo de mi vida, confieso que no me he permitido plasmar una sola palabra que no haya sido sentida, vivida”.
Y es que el ritmo tiene dos enemigos: lo racional, que se opone a lo que Galeano llamaba lo sentipensante, y lo mecánico. Lo mecánico ocurre cuando nuestro hacer ha perdido la conexión con el equilibrio, con el ritmo. Cuando el hacer no logra transformarse en acción: “la acción, por iniciarse desde el interior del ser humano, tiene la capacidad de transformar, de equilibrar”. Transformar es una de las claves del ritmo.
Al perder esa unidad entre sentimiento y pensamiento, entre hacer y acción, en una palabra al perder el ritmo, el ser humano ha quedado fracturado. Una constante en los estudios de la negritud es el tema de la discriminación. Pero Victoria Santa Cruz va más allá de ese tema. Si el mundo está quebrado entre varones/mujeres; blancos/negros; derecha/izquierda es simplemente porque cada uno de nosotros tiene un quiebre interior. El enemigo está dentro. O, en sus palabras, “vive en casa”. De allí que no hay cambio posible que no empiece por la transformación propia, personal: afrontar cada uno aquello que lo escinde. Recobrar la salud.
Como vemos el tema del ritmo va más allá de lo que este puede significar en el arte: “Puede sorprender no encontrar en este libro el material (…) a servicio de lo que se conoce como disciplinas artísticas” dice la autora. Y es que el concepto que Santa Cruz tiene de arte va más allá de esas disciplinas. El arte debe servir para que el hombre al fin sea un Hombre, para que recupere su sentido vital. Ese fue el proyecto vital que movió cada uno de sus proyectos.
Por cierto todo esto va más allá de las palabras del libro, más allá de cualquier palabra, por eso la propia redacción es anti intelectual. Más que el desarrollo de una tesis vemos una serie de párrafos cortos que es como si dispararan ideas hacia el lector. Es bueno después de cada párrafo hacer un silencio, pensar, volver a masticar lo ya leído, hacerlo parte de uno. Es el libro de una filosofa pero que nos invita a nosotros a también serlo.