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Fernando Rentería y la décima popular

Un nuevo libro de décimas se presenta este jueves

Publicado: 2020-02-08

Este jueves a las 7 pm en el Breña (Olmedo 452) se publica un libro que vale la pena. Aquí mis comentarios

Debo mostrar mi desacuerdo con Octavio Santa Cruz cuando dice, en el prologo del libro, que no se estudia la décima en literatura. Quizá se deba a que su pregrado fue de Historia del Arte. Desde Cervantes hasta Riechman en la literatura española, desde Melgar hasta Belli en el Perú, nuestra literatura está llena de décimas. Pero hay décima que no se estudia: la popular. La academia recuerda a Nicomedes Santa Cruz (los estudios más interesantes sobre él se han hecho en el extranjero) pero si mencionas a Urcariegui, Sofocleto o más recientemente Omar Camino muchos literatos se quedarán en la más pura ignorancia.  

Recién en agosto del año pasado, en una clase del posgrado de literatura, se dio una clase (una sola) de décima popular urbana. Estuvo a cargo de Fernando Rentería. Hablando con los doctorantes después de clase estaban sorprendidos por la capacidad de improvisación. Y es que el decimista popular tiene la rima en la punta de los labios, los letrados tenemos que escribirla. Es el juego permanente entre oralidad y escritura.

No es gratuito este desdén por lo popular. Tampoco es solo un tema de que los académicos nos creemos la última chupada del mango y vemos al pueblo por encima del hombro. Tiene que ver, también, con las ideas que la literatura popular transmite: ideas de rebeldía. García Márquez nos habla de Francisco El Hombre, decimista que iba de pueblo en pueblo llevando noticias. En Chile tuvieron la “lira popular” que, en hojas impresas en décimas por los propios creadores, defendían los derechos obreros, se oponían a la pena de muerte, llevaban al debate la opinión de los trabajadores.

Rentería está en esa línea. No se casa con nadie. Se declara "anti partidista, anti dogmático y de libre pensamiento". Felizmente no es anti patico. Pero dirige sus dardos en contra del poderoso y a favor de los de abajo. Y lo hace con un fino humor. En el Perú tenemos varios cantantes de protesta. Pero a veces pecan de demasiado “eruditos”. La hacen difícil. Fernando es visitante permanente de La Catedral del Criollismo, Las López, el Breña. Bebe y respira pueblo. Sabe que entre nosotros el humor es esencial. Y se burla como solo él sabe hacerlo: como buen histeriador. Y para eso coge al vuelo las frases de los propios personajes: “¡Soy inocente!”, “No se cae… se desploma”, “¡Robo, pero hizo obra!”, “¡Tampoco, tampoco!”, “No lo permito ¡Carajo!”. Fujimori, Castañeda, Kenji o Toledo retratados en sus propios dichos.

A veces sale de las fronteras como en el “¿Por qué no te callas?” Décima interesante esta porque aprovecha la disputa entre Hugo Chávez y el rey Juan Carlos de Borbón para presentarnos su poética:

Por eso escogí cantar,
por eso hablo poquito,
por eso es que ya no grito,
y trato más de escuchar.
Es que así puedo pensar,
concentrado en mis batallas,
recordando las metrallas
que de niño yo decía;
¡Sabia! mamá repetía…
hijo; ¡¡¿Por qué no te callas?!!!

El pensar mucho y hablar poco, cosa que Chávez no sabía hacer, es parte del saber popular. Son varios los compositores que han tomado extensos poemas para reducirlos a lo necesario como letra de vals. Remito al libro de Mazzini y García para quien quiera mayores referencias. Pero me interesa resaltar la alusión a la infancia. Rentería es un niño crecido. No una, sino que varias de sus canciones están dedicadas a la vocación de un niño, a los cuentos de hadas o a la bella pregunta “¿qué serás cuando seas niño?”

El título del libro es un homenaje a Serafina Quinteras, poeta popular de primera que alguna influencia tiene sobre Rentería. Y, por supuesto, otro gran tema de Rentería es el criollismo. Lo vemos imaginando como sería una jarana en el infierno u otra entre animales. Lo vemos recordando a nuestros autores: Nicomedes Santa Cruz, José María Arguedas. Aprovecha el pisco como tema para hablar de nuestra “lengua, historia, religión” ampliándola a toda la nación. Las supersticiones tienen un lugar en la fiesta de Año Nuevo.

Por supuesto no son todos sus temas. Y en muchos casos se trata simplemente de jugar con el verso:

Yo vi un tipo muy demente
poniendo un clavo al revés,
y otro le dijo: ¡Allí no es!
¡¡Ese clavo es para el frente!!

Él confiesa: “suele suceder, que me dejo llevar simplemente y empiezo a escribir sin rumbo aparente, dejando todo… al momento; como una catarsis, un descanso a la intención, liberando ángeles y demonios por igual, arriando las velas me sorprendo romántico, hablándole a un amor presente, pasado o desconocido, debo reconocer que dicha labor se convirtió en una de mis favoritas, al punto de no importarme colocar las fechas en que las hice, he aquí una pequeña muestra de mi libertina inspiración”.


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Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"