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Manuel Scorza y los amores sospechosos.

Publicado en «La Abeja»; número 10; febrero-marzo 2020.

Publicado: 2020-02-23

La primera prisión política de Manuel Scorza fue por publicar un poema de amor. Es cierto que lo publicó en La Tribuna, el periódico aprista, justo el día en que un sector del partido peruano APRA (todavía hacia honor a su nombre “Alianza Popular Revolucionaria Americana”) se alzaba contra el Gobierno de Bustamante.

Y es que Scorza fue aprista desde el colegio. Él estudió en el Leoncio Prado, como años después haría Vargas Llosa. Pero la diferencia es grande. Scorza era de pobre. Manuel nació entre costales de harina en el Larco Herrera, donde en 1928 su padre era panadero. Estudiar en el colegio militar fue una manera de ascender socialmente. Marito en cambio lo tomo como un rebajamiento de su estatus en Arequipa. Un dato sin el que no se entiende La ciudad y los perros.

En el colegio y luego en la Universidad Scorza se hace aprista. El castrismo no había todavía nacido, el PC era staliniano en las formas y conformistas en los hechos, Scorza ve en el APRA la gran pasión del Perú contemporáneo. Un signo que unía indigenismo y antiimperialismo. Ambas banderas serán las que armen toda la producción intelectual (poetica, narrativa, ensayos) de Scorza en el resto de su vida.

Durante la dictadura de Odria publicó su primer libro de poemas. También amorosos, más allá de sus compromisos políticos era un joven enamorado. Acta de la remota agonía fue requisado por el dictador. En el Perú es una costumbre vieja quemar libros. Luego de abolida la Inquisición tenemos la quema del libro de Flora Tristán y después la quema de libros del primer gobierno de Belaunde que fuera denunciada por el editor Juan Mejía Baca. El primer libro de Scorza fue puesto en el fuego. El propio poeta declara "yo no era conspirador, ni revolucionario, ni nada; simplemente estaba enamorado”.

Como ocurrió también a muchos, el desengaño con el APRA no tardó en llegar. "Yo entré al APRA porque tenía una visión mitológica de ese partido, una visión que no correspondía a la realidad. Yo creía que el APRA iba a hacer una revolución" dice nuestro autor en sus memorias. En ese momento el APRA vivía un tiempo de definiciones. Comenzaba el giro a la derecha. En 1953, en México, Scorza escribe un artículo que puede considerarse su renuncia “Good bye, Mr. Haya”.

La década del 60 es de una intensa agitación campesina. Son los tiempos de la recuperación de tierras por los campesinos del Cuzco y Cerro de Pasco. Hugo Blanco y Genaro Ledesma respectivamente eran cabezas del movimiento. Scorza era conocido como poeta, no como novelista y consideran que puede ayudar en el trabajo de difusión. Según recuerda Ledesma “Scorza está un buen tiempo en Cerro de Pasco; él participa en las marchas de los campesinos, en la marcha de los mineros por la ciudad; va interesándose enormemente por los sucesos”.

El archivo documental que forma en esos años es el núcleo de lo que ocho años más tarde se convirtió en su pentalogía, La Guerra Silenciosa, como el mismo autor repetía tiempo después incansablemente en las entrevistas que le realizaban los medios de comunicación europeos. Pero también es en base a esta experiencia que se involucra de manera más directa aún a la política partidaria cuando, junto con Blanco y Ledesma, forma el FOCEP (Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular) que participa en las elecciones a la Asamblea Constituyente de 1979. "con él FOCEP entra hoy el Perú profundo, el Perú agrario, el Perú desconocido: justamente, el Perú de mis libros" diría en sus memorias.

Sin embargo su nombre estaba desde bastantes años antes en los archivos de la CIA. Y, nuevamente, no era por un hecho político sino por uno amoroso. En el matrimonio entre Ernesto “Che” Guevara y la peruana Hilda Santa Gadea varios poetas leyeron sus textos. Uno de ellos fue Manuel Scorza. Pero la CIA no entiende temas del corazón. Y en los archivos de la central norte americana figura la organización de un enclave comunista internacional.


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