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El Vil Centenario: comenzó el debate

Presentación del libro del CEDET en el Centro Cultural de España

Publicado: 2020-12-03

Como es el comienzo del debate sobre el vil centenario, que nos tendrá ocupados todo el siguiente año, quiero empezar por lo que fue una de las fuentes de la mal llamada independencia. Me acuerdo que en el colegio me enseñaban que estuvo influenciada por la Revolución Francesa. Pero no me enseñaron todo lo que pasó en Francia en esos años. 

Hay que comenzar con una perogrullada. La revolución francesa fue una revolución, un cambio total. No fueron solo las formas de producir. Fue la llegada de una nueva civilización. Nuevos valores culturales. Un nuevo modo de vida.

Es una protesta cultural contra la civilización capitalista en nombre de valores –religiosos, éticos, culturales– del pasado. El capitalismo, nos dice Quijano, había nacido un par de siglos antes, en América. Se basaba en una clasificación de los seres humanos a partir de genero/etnia/clase. El sistema-mundo del que habla Inmanuel Wallerstein había nacido, junto con el racismo, un 12 de octubre de 1492 a las 3 de la tarde.  

Rousseau en el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, realiza una crítica de la desigualdad y de la propiedad privada. Pone en cuestión, sobre todo, la esclavitud. En debate con Puffendorff sostiene que uno no puede vender su propia libertad, o su propia vida, porque son inherentes a la persona, no son un objeto del que uno se pueda desprender. Contra la tendencia a ponerle un signo negativo a las culturas americanas, Rousseau toma de ejemplo las costumbres libres e igualitarias de los indígenas caribeños, a la que considera el estado de naturaleza. Pero no propone que las sociedades modernas vuelvan a la selva, sino que sueña con una nueva forma de igualdad y libertad: la democracia. Democracia que es algo más que lo que el sistema representativo. Es un gobierno bajo control popular 

Todo el mundo, no sólo los franceses, festeja esta revolución. Goethe escribe:

Pues ¿quién negará que el corazón se le alzó.
Que el pecho más libre batió con pulso más puro,
Cuando surgió e] primer brillo del sol nuevo,
Cuando se oyó hablar del Derecho de los Hombres, común
[a todos,
De la libertad que da espíritu y de la loable igualdad?


Lo que en Europa es un debate teórico en América tiene una implicancia práctica de primer nivel. Se trata de la relación entre la rebelión de los africanos y descendiente esclavizados Haití y la revolución francesa. En una larga temporada, dominada por la consigna “libertad, igualdad, fraternidad”, la revolución francesa y la haitiana son una sola. El 4 de febrero de 1794 en la Convención francesa se discutió el tema. Las masas parisinas estaban movilizadas, había representación de los negros y mulatos de América en la asamblea. Fue uno de ellos, Bellay, el que presentó el informe sobre la esclavitud. Levasseur (del Sarthe) presentó una moción:

“Al elaborar la Constitución de los franceses no prestamos atención de ningún tipo a los desventurados negros. La posteridad tendrá grandes reproches que formularnos por ello. Reparemos el error: proclamemos la libertad de los negros. Señor Presidente, no tolere que la Convención se deshonre a si misma con un debate sobre la cuestión” .

Y, efectivamente, se abolió la esclavitud sin siquiera debatir. Era el tiempo del liberalismo político. El líder negro de Haití, Toussaint L´Ouverture era fiel a Francia. Desde esa posición derroto a los esclavistas franceses, ingleses y españoles.

¿Es esa la Revolución Francesa que influyó sobre nuestra Independencia? Lamentablemente no. A los pocos las masas francesas se desmovilizaron, se pasó de la revolución popular a la contrarrevolución burguesa. Ya no es la libertad de los hombres lo que cuenta sino la de las empresas. Napoleón restableció la esclavitud en Francia y por tanto en Haití. Toussaint L´Ouverture es condenado a muerte. Esa es la contradicción entre el liberalismo político, de las masas parisinas y haitianas, y liberalismo económico, que continúa hasta hoy. El derecho a la propiedad –inclusive a la propiedad esclavista- por encima de la democracia, por encima de la vida misma.

La Independencia es parte de esta contrarrevolución. Nace dirigida contra la mayoría de la población: negros e indígenas. Resulta ser un nuevo despojo. Al “liberar” Bolívar las tierras comunales permite que los gamonales se apropien de ellas y conviertan en siervo al indígena. En el Perú los indígenas no tendrán derecho a voto hasta 1980. La esclavitud no queda suprimida con la independencia sino más de 30 años después. Se establece lo que el libro llama un Estado Racial. En el Brasil estará prohibido tocar tambor, bailar samba o practicar capoeira hasta bien entrado el siglo XX. Los dominadores blancos saben que mantener la cultura de negros o indígenas es una forma de sostener la rebeldía. Y, por eso, el libro no se queda en la crítica al Estado Racial sino que avanza a las diversas formas que ha tenido la resistencia cultural y a la necesidad de forjar un movimiento negro. Movimiento que será parte de la construcción de la democracia por la que dieron la vida Inti y Bryan.

Es en este marco que se presenta este libro, perdón ¿dije libro? No. Es algo más que eso, es un instrumento de lucha. Nos deja claro que no hay nada que festejar, que la pelea continua. Y, por eso mismo, es algo más todavía. Es la invitación a que te hagas un militante de esa lucha. Si quieres compra el libro o léelo en la biblioteca o piratéalo. Pero no te olvides, tienes un compromiso con el futuro. Ojala tus nietos puedan celebrar los 200 años de la verdadera independencia.


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Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"