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Kiri, cantandole a Lima

Un cantante que ayuda a recordar

Publicado: 2022-03-30

Me acuerdo de Kiri en Miraflores, alla por los años 80, yo todavía quería ser abogado (¿realmente alguna vez lo quise?) pero la canción y la poesía me atraía más que las clases de derecho. Y habían dos auditorios que me llamaban a Miraflores: el Cocolido, de Aurora Colina y el Auditorio Miraflores, de Dalmacia Sahomod. No recuerdo en cuál conocí a Daniel "Kiri" Escobar. Y con él conocí una nueva forma de poetizar. No las formas complejas de poetas que a veces entiendo y otras no. Una poesía ligada al suelo, a la ciudad en la que uno vive, a los paisajes que uno construye todos los días. Una canción que, como dice en "Uno más" es de cualquiera de nosotros: "Soy uno más en estas calles/ solo conozco una verdad/ soy el que juega diariamente/ el juego de la gran ciudad". Y, efectivamente, Escobar juega-canta-dice esta ciudad, Lima.

El corazón de la ciudad

La primera canción que me impresionó del Kiri fue "Jirón de la Unión". Soy de la generación que vio cambiar el Jirón. Cuando niño lo recorría todo de la mano de mi abuelo para irnos a cortar el pelo al Club de la Unión, el local de la burguesía progresista que competía con el Club Nacional más aristocrático. Mi abuelo se ponía terno, sombrero y llevaba un elegante bastón en la mano. No era el bastón de apoyo que usaba mi mamá, era parte de la indumentaría para jironear, que así se llamaba el caminar por ahí. 

Luego llegó el desborde popular del que nos habla Matos Mar y desaparecieron los sombreros y los bastones. Ni siquiera los ternos quedaron. La gente en mangas de camisa lleno el Jirón. Entonces el alcalde Eduardo Orrego lo peatonalizo, lo cubrió de baldosas y se convirtió en la expresión de la ciudad plebeya. Alguien tenía que dar testimonio de eso. Y ese alguien era el Kiri: "Jirón de la Unión, corazón de la ciudad/ por donde agitada nuestra gente viene y va/ avisos de luz anunciando una ilusión/ se vende ficción en vitrina de cristal".

Omnibus del barrio norte 

El transporte de Lima siempre fue una tortura. Los alcaldes, que normalmente vienen en automovil a la ciudad, nunca se preocuparon del transporte público y menos aún del peatón. En cambio construyeron vias expresas para que los autos vayan más rápido o hicieron que el ingreso a las playas sea casí imposible porque convirtieron la costa verde en vía rápida. Gracias a Susana Villaran ya no hay ningún micro que me lleve desde mi casa a la Avenida Tacna. Los prohibió. En cambio los omnibus, donde se mueve la mayoría de la ciudad, van envejeciendo sin remedio. Merecen pues una canción del Kiri: "Omnibus del barrio norte/ de tanto vivir rodando/ por callejas olvidadas/ el alma te anda chirriando". 

Pero el barrio norte: (Independencia, Comas Carabayllo) no solo es una parte de la ciudad. Ya Arguedas se dio cuenta, cuando en la decada del 60 nace Comas, que desde ahí  Lima dejaba de ser "la ciudad de los falsos wiraqochas" y se volvía una ciudad andina más, o la concentración de todas ellas. Por eso en "Omnibus" Kiri Escobar no sólo nos habla del transporte sino de los que se mueven en él. Me trae a la memoria la película que Buñuel le dedica al tranvía allá por los años 50. Es ahí, en los barrios populares, donde Buñuel o Escobar encuentran la verdadera felicidad, el verdadero amor: "El tugurio para el que ama/ para el que sueña el mañana/ y un castillo para el dueño/ avaro en la piel y en las entrañas" dice Escobar. 

Villa El Salvador

Lo que fue Comas para Arguedas fue Villa El Salvador para la muchachada de los 80. Vimos florecer un desierto. Vimos como unas chozas se convertían en Barrio Industrial. Vimos, una vez más, como la modernidad en nuestro país corre de la mano de los de abajo. 

Un 28 de abril de 1971 llegaron de diferentes distritos de Lima y del Perú , cientos de pobladores que invadieron unos terrenos en los límites de San Juan de Miraflores junto a la Panamericana Sur y la Av. Benavides, con el apoyo del Padre Ruggiere de la Parroquia del Niño Jesús de Ciudad de Dios. Después de muchos enfrentamientos con la policía y los militares donde falleció Edilberto Ramos , quien fue el primer mártir de lo que sería Villa El Salvador, el gobierno de ese entonces detuvo a Monseñor Luis Bambarén, Obispo Auxiliar de Lima, que, desde la cárcel, terminó convirtiendose en mediador para que se les entregue un terreno a los sin casa. El 11 de mayo de 1971 les dan espacio en medio de un desierto, los arenales adjuntos a la Tablada de Lurín. Pero ellos supieron convertirlo en una de las zonas con mayor crecimiento economico en Lima. 

Nuevamente es Escobar el que da cuenta del acontecimiento: 

Al abrir la puerta de mi hogar
luego de un duro batallar
en medio del humo y el trajin
veo a mi gente seguir.
Asi va diciendo el poblador
de una choza en Villa El Salvador
y aunque su salario no da mas
no da un solo paso atrás
(El pobre)



Epilogo para ser cantado 

Ya estas historias son muy antiguas. Ahora gente muy joven toma la posta. En el último concierto de Kiri Escobar conocí a Diana Cribilleros y seguramente hubiera podido decirle como el Pinglo de "La vuelta al barrio": "a los nuevos bohemios entrego mi pendón/ para que lo conserven y siempre hagan flamear". Pero no, Escobar canta otra cosa:

Y aunque me mire al espejo
y me vea viejo
porque la inocencia
siempre se me va
sigo imaginando al mundo
ir por otros rumbos
esta tarde al borde
de mi ventanal
(Florecillas)



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Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"