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Portada: "Cantor del pueblo" óleo de Augusto capcha rosales

Dos notas sobre La vida: sólo un momento

Publicado: 2024-03-12

Como dice Julio Carmona en el prólogo a La vida: sólo un momento, el último libro de Jinre Guevara, no tiene ningún sentido explicar los poemas. Menos aún cuando se trata de estos hechos sin ningún hermetismo, con lenguaje popular y con el claro propósito de llegar a un público amplio. Por eso, lo que quiero en estas notas es establecer algunas relaciones entre la poesía de Guevara y otros textos con los que me parece que establece un diálogo.

LOS BARRIOS, LA AÑORANZA, LA MUERTE

Los barrios populares son un tejido de vidas. A diferencia de la gran ciudad, en la que todos somos anónimos, el barrio es un compartir. Es ahí donde se forja la cultura de los pueblos. Y no es raro que, por eso mismo, se les mencione en cantos y poemas. Tenemos “Barrio bajopontino” de Luciano Huambachano; “El Payador” comienza con una referencia directa a los Barrios Altos; el Callao tiene muchas canciones dedicadas comenzando con “Callao for ever” de Felipe Pinglo.

Pero, cosas de la vida, uno se va del barrio y al volver lo encuentra cambiado. Mario Cavagnaro nos canta con cierta nostalgia “Barrio mío, barrio añejo” recordando los alrededores del Paseo Colón, el cine de barrio, el bar donde se jugaba cachito. Pero la añoranza es mayor aún, cuando hay ausencias o muertes de por medio. Es el caso de “De vuelta al barrio” de Pinglo o “La violencia de las horas” de Vallejo. A diferencia de otros textos, Vallejo hace en este caso un poema de frases familiares, como si efectivamente fuera un retorno al espacio de antaño (“Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses”, “Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo”).

Jinre dedica dos poemas al barrio. Uno, festivo, juega con los nombres de las calles (Maracaibo, Cali, Canadá, etcétera) para celebrar el barrio en el que nació y creció; en las que “…se templaron/ el carácter, la inocencia/de la patria la consciencia/ y el ejemplo de los viejos”. El otro nos hace recordar el vals de Pinglo o el poema de Vallejo. Son las ausencias del barrio. Aunque una nota a pie de página nos informa que es por los muertos de la pandemia en verdad que sea el que abre el libro y que el último de sus versos sea el título de todo el poemario lo convierte en una especie de entrada a un tema transversal al libro. Y es que en el Perú de hoy efectivamente la vida es solo un momento. El libro recorrerá las muertes por derrame petrolero o por la represión de la señora Boluarte. Pero haciéndonos recordar, al mismo tiempo, que hay un pueblo que se enfrenta a esas muertes y que esta rabia no es de ahora sino, por lo menos, bicentenaria.

¿Cuánto influyo Vallejo en la poesía de Guevara? Solo él lo sabe. Lo que si sabemos es que estuvo muy cerca de Manuel Acosta Ojeda, el poeta popular que más cerca ha estado de Vallejo en varios temas. Y quiero aprovechar esta mención para protestar por el cierre del programa Encuentros en la radio creado por Manuel Acosta y heredado por su hija Celeste. Al director de Radio Nazional no le interesó que las practicas y espacios de la canción criolla han sido declarados Patrimonio Inmaterial de la Nación.

DINA Y LA POESÍA

La mayor resistencia contra la dictadura no vino desde los partidos de izquierda (ellos votaron, en el Congreso, a favor de la instauración del gobierno de Boluarte) ni de las centrales sindicales. La lucha nació en el sur y fue secundada, casi inmediatamente, por los trabajadores del arte y la cultura. Es el gobierno que más poesía ha provocado… en contra, obviamente. Y es que los poetas somos los cronistas de los de abajo. Mientras los historiadores atienden lo que pasa en las altas esferas del poder, los poetas damos cuenta de lo que pasa en la calle. Esto es en la Rusia del siglo XIX en la que Pushkin describe a la poesía como “horror del poderoso, cantora altiva de la Libertad” o en el Iraq de hoy donde Fadhil al-Azzawi sigue escribiendo a sus 84 años "Al amanecer, cargados de pintura, pintamos las paredes con nuestros slogans:/ “¡Abajo la dictadura!” /En los cafés que se extienden a lo largo del río en Abu Nawwas”.

Desde que comenzó el gobierno Boluarte han salido dos fanzines de Qantu y barricada/protesta la poesía que reúnen poemas de mujeres y personas no binarias; desde la labor individual tenemos Multitudes de Valeria Román Marroquín; Mary Esthefany Ramírez Vásquez aportó lo suyo con Ebullición en la marea. El formato libro o fotozine también le sirvió a la gráfica con aportes como Esta democracia de Mauricio Delgado o Y no nos rendiremos de Luis Javier Maguiña y Daniela Valdivia. Debo confesar que algo puse yo también. Como dice Teresa Cabreraexiste una coyuntura editorial ―más allá del libro como producto― que se está haciendo cargo de un momento político”. Jinre Guevara no podía quedar ausente de esta coyuntura, él no sabe quedarse callado.

Quizá la diferencia entre la poesía de Guevara y las mencionadas es la ternura. La presencia de la infancia y del amor es una constante en varios de sus poemas. Puedo mencionar “¡Voz de sierra!”, “Cada niño es un Jesús”, “Amor y dolor” entre otros. Incluso hay una canción de amor, un wayño-pandilla que, como toda canción de este género, es sentimental: “Es mi Arco Iris de colores/ lazo de tus bellas trenzas”, “mis ojos solo quisieran/ en los tuyos hallar calma”. Pero resulta que esta calma es necesaria por el dolor que produce “la muerte traicionera” y que “la ternura de tus manos” se “alzan contra tiranos”. Así se produce un diálogo entre el amor y la rabia que solo la diestra mano de Guevara podría haber producido. Que esa destreza nos dure muchos años más. Te necesitamos Jinre.


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Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"