#ElPerúQueQueremos

Pinglo nuevamente: un análisis de El Plebeyo

Publicado: 2024-05-08

Hay metáforas que vienen como escondidas, pero que, quizá por eso mismo, son potentes. Es el caso de “la luz artificial con débil proyección” con que comienza El Plebeyo. La luz eléctrica fue instalada el 1900 por el alcalde Elguera. Si tomamos en cuenta que Pinglo vivió en el primer tercio del siglo XX esa “luz artificial” era sinónimo de modernidad. Es el momento en que se deja el gas neón que venía desde la colonia y los “gasfiteros” (que llenaban los postes) se vuelven fontaneros, aunque mantengan el nombre. Pero dejar el gas neón no supone dejar todo el aparataje colonial. Aunque ya no haya duques y marqueses, las castas se mantienen. La nuestra es una modernidad incompleta, de débil proyección.

Pero no solo nos habla de una modernidad incompleta. En medio de ella está Luis Enrique, el obrero que trabaja de sol a sol. Pinglo abandona las canciones que se sitúan en el Medio Oriente, lleno de bellas huríes, Nereidas, hadas para pasar a unas dedicadas al obrero, la costurera, el leñador, el canillita, el mendigo, la campesina ("Aldeana"), el labriego. Ya no son seres mágicos, son más bien los que pueblan las ciudades, en este caso Lima. No es solo Pinglo el que procesa este cambio. Se da en toda la poesía latinoamericana. Oliverio Girondo nos ofrecía Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, Rufino Blanco nos recrea la poesía de los trovadores. Pinglo, que se alimenta de la poesía y la música de su época, asimilara el cambio y serán otros los personajes de sus canciones. Más tarde habrá un tercer momento en que le rendirá culto a la máquina (el automóvil, el ferrocarril), el deporte (Alianza Lima), la velocidad. Pero esa es otra historia.

No es necesario ser muy perspicaz para entender que este segundo momento de Pinglo es el más contestatario de los tres. Al hablar de los personajes humildes de la ciudad lo está también de la explotación y la marginación de los mismos. Pero no desde una posición de superioridad, que nunca tuvo, sino que dándole la voz a ellos mismos para que digan su drama o su contento. La filosofa hindú Gayatri Spivak dice que el sujeto subalterno no tiene voz ya que cuando la adquiere deja de ser subalterno para volverse rebelde. Algo de eso pasa cuando en El Plebeyo se pasa de la voz del narrador a la del propio Luis Enrique que “dice así en su canción”. Compárese esta actitud con la de Chabuca Granda que le pide a una mujer del Rímac que deje que le cuente como es su distrito.

Así pasamos a un segundo momento entre erótico y religioso. Luis Enrique propone el origen sagrado del amor. Las castas no deberían tener la posibilidad de oponerse porque el amor es obra divina. Pero no solo se refiere al Dios inmaterial, abstracto. No dice que Dios ama, en tiempo presente, propio de alguien que no tiene principio ni fin. Mas bien es que “hasta Dios amó”, en tiempo pasado, en clara referencia a los amores de Jesús. Con Pinglo comienza la humanización de Dios que será muy común en la poesía peruana del siglo XX como vemos en Vallejo (“el hombre si te sufre/el dios es él”) o en Acosta Ojeda (“Dios se volverá hombre”).

Hay quienes se quedan ahí en la canción. Pareciera que algún presidente prohibió la parte más directamente política y luego primó la autocensura. Pero la coda es la que le da sentido. Se refiere al duelo entre “abolengo” (lo que hemos llamado el régimen colonial de castas) y “pasión” (el desarrollo de la individualidad libre que es componente esencial de la modernidad capitalista). Esa pugna toma forma, cuerpo, a través de la acción del obrero, de Luis Enrique. Interesante que en nuestros países atrasados no es la burguesía la que pelea por la pasión individual. Nuestra burguesía no tiene proyecto histórico. Es el obrero quien se hará cargo. Y al hacerlo dejará de ser un simple obrero para convertirse en un rebelde. Luis Enrique es el plebeyo que dejó de serlo para ser rebelde. Y hay que tenerlo presente en estos años en que lo necesitamos porque se está imponiendo el odio y la muerte.

Una buena forma de tener presente al rebelde es ir al concierto de "Sabor del 900". Los amigos del conjunto criollo “Sabor del 900” nos ofrecerán este 15 de mayo un concierto con lo mejor de Pinglo al conmemorarse los 88 años de la muerte del más grande compositor de la Canción Criolla, acaecida el 13 de mayo de 1936. Incluiran tanto temas emblematicos, como El Plebeyo seguramente, junto a otros poco conocidos. Tenemos que estar ahí. Porque, como si fuera poco, “Sabor del 900” es un grupo que no solo toca bien, sino que piensa lo que toca. Además lo acompaña Nancy Izquierdo, magnifica cantante criolla conocedora de los temas de Pinglo. Así que para oír y pensar nos vemos el 15 en el Centro Cultural Ricardo Palma de la Municipalidad de Miraflores (Avenida Larco 770, Miraflores) a las 7.45 pm. Ahí estaremos.


Escrito por


Publicado en

Me sale espuma

"Quiero escribir, pero me sale espuma"