Pinglo: los ecos de una generación
Cuenta Wendor Salgado que a los Ascues no les gustaban las canciones de Pinglo. Para ellos no eran criollas. Y, sin embargo, hoy Pinglo está considerado como el padre de nuestra música. Y es que en esta segunda generación de compositores criollos se producen cambios importantes que hasta ahora quedan. En primer lugar, aparece el concepto de autor y, por eso mismo, de estilo. Antes los autores hacían variaciones sobre poemas ya escritos. Es cierto que hay raras excepciones como la de Abelardo Gamarra, “El Tunante”, que, poeta y periodista, escribe uno de los valses más largos de nuestro repertorio: Andarita. Pero son eso, excepciones. El tema del estilo es importante. El buen conocedor sabrá que cosa escribió uno u otro de nuestros autores y compositores. Cada uno pondrá su sello personal.
Por eso es bueno entender a Pinglo en su contexto. O, como dicen los de “Sabor del 900”, con sus amigos, aunque en algunos casos, como veremos podríamos llamarles sus discípulos. En todo caso, “Pinglo, su legado y sus amigos” es el nombre del concierto que nos ofrecerán este miércoles 29 de mayo a las 8 de la noche en Tierra Baldía (Avenida del Ejercito 847 Miraflores). Pero ¿Quiénes son estos amigos? Hagamos una revisión. Siguiendo el título del concierto dividiré mi nota en dos, “los amigos serán los más cercanos a su fecha de nacimiento y “el legado” aquellos que seguramente lo tuvieron como maestro.
LOS AMIGOS
Uno de los motivos por los que la Guardia Vieja no quiere a la segunda generación criolla es la influencia de ritmos foráneos, como si el propio vals no lo fuera. Y es que había comenzado a cobrar peso la música estadunidense a desmedro de la europea. Durante mucho tiempo se dijo que Samuel Joya no había compuesto nada antes de la muerte de Pinglo. José Félix García Alva ha descubierto que no fue así. Pero lo que compuso fue one step, “Neyra”, un homenaje a Demetrio Neyra, jugador de Alianza Lima. Recordemos que Pinglo también compuso varios temas con ese ritmo y para jugadores de ese equipo, el más popular de la historia peruana. Darío Mejía también pone lo suyo para recordar otro one step de Joya: “Tabaco for ever” que también nos trae a la memoria el “Callao for ever” del bardo inmortal.
Un instrumento que ha ido desapareciendo de la música criolla es el laúd. Sin embargo, fue muy usado en tiempos de Pinglo y en los años siguientes. Tocaron el instrumento, entre otros, Pedro Patiño, Pancho Estrada, Enrique Márquez Talledo (¿hermano de Eduardo?), Víctor Irala (también amigo de Pinglo), Juan Araujo y otros. A este último no solo hay que considerarlo amigo de Pinglo sino también colaborador porque es el que le pone la música al vals “Alma Latina”. Formó una estudiantina junto con Francisco Vilela, Nicolas Wetzell y Guillermo D'Acosta. D'Acosta poco después formó pareja de canto con Felipe Pinglo divulgando música criolla desde el escenario de numerosos teatros capitalinos. Después de muerto Pinglo cambia de rumbo. El reportaje que le hace La Crónica” del 26 de junio de 1944 lo encuentra tocando música tropical en el Grill del Hotel Bolivar.
EL LEGADO
Pedro Espinel es conocido como “El rey de las polkas”. Como sabemos la modernización de Lima se vio reflejada a principios del siglo XX por la adopción y transformación, desde nuestras clases populares, de usos europeos. La marinera la trajeron los españoles en sus barcos, directamente desde las Palmas Canarias (“palmero sube a la palma” dice). El vals austro-alemán, el fútbol inglés, pero también la polka checa es parte de la nueva Lima. Espinel es un desmentido de la idea de que solo en la educación formal se puede recibir conocimientos. Con solo primero de primaria su verdadera formación fue en el conjunto “Los criollos del barrio”. Pero a quien llama “maestro” es justamente a Pinglo, 9 años mayor que él. Le dedica el vals “Murió el maestro”. Una de las canciones más destacadas en su carrera fue “El proscripto”, una pieza inspirada en las frustraciones de un expresidiario. La música de Espinel tenía la capacidad de plasmar las profundidades del alma humana y transformarlas en melodías que resonaban en el corazón de su audiencia.
Pablo Casas es el más joven del grupo. 1936 es una fecha clave del criollismo. Es la fecha de muerte de Pinglo, pero también de la consagración de Casas por su vals “Anita”. Así como este, varios de sus valses tienen nombre de mujer como el enamorado “Digna” (“yo sé que tú sabes que eres bonita”) o el fúnebre “Juanita” (“Juanita se llamaba”). Su relación con Pinglo tiene dos motivos: la cercanía del barrio, los dos son de los Barrios Altos, y la amistad previa que Pinglo tenía con su tío, Nicanor Casas, el autor de “Idilio”. Darío Mejía cuenta una anécdota entre Pinglo y Casas:
Cuando en una oportunidad se encontraba haciendo música en la casa de José Moreno, con el Conjunto Abancay que lo integraban él, José Moreno, Néstor Rosas, Enrique Salinas y César Santa Cruz; se apareció Felipe Pinglo en la casa aquella. Pinglo, después de escucharlos los felicitó y le dijo a Casas que sabía de él y sus composiciones. Para sorpresa de Pablo Casas, Felipe Pinglo cantó los valses de Casas "Olga" y "Mal proceder".
Seguramente hay más amigos y discipulos que recordar. Alberto Condemarín, por ejemplo, le dedica una canción funebre a Pinglo. Pero reunir a todos haría interminable la presentación. Esperemos que hayan otras, que nos sigan obligando a repasar la historia, pero esas obligaciones gratas, esas que se hacen con la armonía, con el saber y el sabor, con "Sabor del 900". Gracias muchachos. Nos vemos el miercoles.