EL NORTE TIENE LO SUYO
A propósito del libro De la misma sangre de Luis José Novoa
Casi todos los estudios sobre la canción criolla se han basado en Lima. Era necesario romper este silencio sobre otros espacios igualmente importantes. Luis José Novoa Ortigas lo ha hecho con su libro Canción popular costeña del norte peruano. De la misma sangre.

El norte es un espacio de tradición. En verdad comienza antes aún de la llegada de los españoles con dos altas culturas. Continúa con una de las universidades coloniales, la de Trujillo. Rebeldes, dieron cuna a Luis Pardo pero también a la rebelión de Chan Chan. Es cuna de poetas, incluyendo al mayor: César Vallejo. La última novela de Arguedas está ambientada en Chimbote. Hoy Trujillo es el único departamento, fuera de Lima, que tiene dos equipos en el campeonato de fútbol. Pero además es un espacio criollo. En 1937 Aurelio Miro Quesada nos dice de Chiclayo “hay que salir de las calles principales para encontrar otro carácter. Entonces se ve agitarse la nota costumbrista”.
El libro de Novoa es importante por eso. Porque no solo es un recuento de los hechos del criollismo en la costa norperuana, sino que intenta dar una explicación desde la propia historia y sociedad norteña. Resulta así una obra monumental como se puede apreciar desde el número de páginas que lo conforman. En verdad podemos distinguir dos partes de igual importancia. La primera es un estudio minucioso de la historia del criollismo de la región. La segunda es un diccionario biográfico de los principales exponentes de esta historia, tanto los radicados allá como los que han migrado a Lima. En la presente reseña me interesa sobre todo la primera parte.
Los estudios de Novoa son de Administración de Negocios (ESAN) y trabajo mucho tiempo en temas mineros. Sin embargo se le nota una clara intuición de científico social, aprendida seguramente en la propia vida. No por gusto es criollo antiguo, fundador del grupo “Los Chalanes” (1973) y ganador del Concurso Nacional de Marinera en 1965. Desde esta perspectiva es que comienza estudiando la historia y la geografía de la costa norte. Es posible que el estudio de la geografía no sea relevante si hablamos del criollismo limeño. Pero mientras leía el libro de Novoa pensaba en el fuerte componente ecológico de la canción norteña. Recordaba el chilalo de Chalena Vásquez. O el anhelo de que “la primavera floreciera mil años”, de Luis Abelardo Takahashi Núñez. Y, por supuesto, los algarrobos verdes a los que en el libro les dedican un recuadro.
El criollismo no es solo canción sino una serie de relaciones sociales. Digamoslo mejor con palabras del propio Novoa:
Con estas creaciones los pobres y a veces indocumentado (que eran mayoría) se ríen de su suerte, la subliman y la convierten en pícara alegría; bailan con pasito sincopado. Hay un disfrute popular y en la jarana se forman compadrazgos y amistades, se dan peculiares formas de compartir, de ejercer solidaridad, se elige el qué beber (pisco o chicha) y cómo beber, surge un comportamiento distinto al de los encopetados, blanquiñosos y/o extranjeros. Al fin tienen su propia música, hecha aquí y por ellos; canciones que narran sus vidas, sus amores, su situación socio-económica, sus conflictos, anhelos, decepciones, etc.
Conocedor de eso le da la importancia que tiene a las instituciones desde las que se crea el criollismo norteño. Un dato interesante: ahí donde se consume más chicha es donde se producen más canciones. Se trata de Piura. Y es que el consumo de chicha no es un acto individual. La chicha, la canción, el espacio de reunión son elementos de la construcción de un nosotros social. Novoa nos narra las historias de la picantería "Conono" de Trujillo, de “La esquina del movimiento” de Chiclayo, de “La Tía Quecha” y la picantería “La Camacho” de Piura. Pero también de las bandas y retretas y de las otras formas de difusión musical incluidos los cancioneros, las radios, los discos, etcétera. En realidad nos muestra como el fenómeno criollo produce una gran movida cultural en la región. Destaca el Circulo Estrella en Piura en las décadas del 20 y el 30 que fue para la poesía popular lo que el grupo Norte (donde militaba Vallejo) para la académica.
Una observación que puede parecer paradójica: el evento al que más páginas dedica no se desarrolla en el norte sino en Lima. Se trata de la fiesta de Amancaes. Pero es que en esa fiesta hubo varios norteños premiados. Además la participación de norteños en Amancaes crea un antes y un después en la creación musical de la región. Se profundiza un intercambio de influencias. No es raro ver en Amancaes al chiclayano Emilio Santisteban tocando yaraví y al cuzqueño Santander haciendo tondero. Por otro lado la relación entre el criollismo del norte y el limeño es incluso anterior. El propio Felipe Pinglo Alva es nieto de Felipe Pinglo Panta nacido en Sechura en 1814. Posiblemente antecesor de uno de los más queridos exponentes de La Catedral del Criollismo: Ricardo Panta. Hay que recordar, por otro lado, que Pinglo eligió al trujillano Alcides Carreño para interpretar su emblemático vals El Plebeyo (1 930), quien lo hizo imprimiéndole su estilo provinciano
Es sobre esa base que recién se puede entender las características de la canción criolla del norte. Una diferencia notable con su similar de la capital es la ausencia de canciones de protesta social, con excepción de La Andarita que si bien fue compuesta por un norteño (Abelardo Gamarra), este ya estaba afincado en Lima y trabajaba de periodista, muy cercano a lo más popular. En verdad no es que la canción de esos lares represente a otra clase social. De hecho célebre compositor criollo Pedro Miguel Arrese Arismendi, autor de Alma Mía y otras composiciones de calidad, era dirigente sindical petrolero. Pero son otros temas los que mueven el alma norteña. Ya hemos mencionado lo ecológico, central en un espacio que todavía no se ha divorciado del campo. Novoa tiene otros temas a ser considerados:
La canción criolla oriunda del norte es vivencial, refleja fielmente el sentir y la realidad norteña, la vida cotidiana; su contenido vincula el sentimentalismo y la tierra. El día a día, las costumbres y la picardía norteña inspiran, en autores y compositores, la creación de expresiones musicales peculiares, narradas amenamente y musicalizadas con estilo propio. El vals norteño tiene a veces en el canto un ligero dejo de nostalgia que fácilmente se convierte en alegría.
Luego de estos importantes análisis el libro entra a una etapa más descriptiva. Hace un recorrido por los géneros musicales, los instrumentos y las personas que han constituido el tema de estudio del libro. El diccionario biográfico tiene más de un centenar de entradas que, a partir de conversaciones con el autor, sabemos que le ha significado más de una década de trabajo. Sean dadas nuestras felicitaciones por un libro valioso no solo por la abundante información sino por el cariño que hay puesto en él.