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óleo de óscar allain- colección privada de  bill y cristina kallop

Criollismo de colores

Óscar Allain, el criollo que eligió registrar con su pincel nuestra historia musical y popular.

Publicado: 2016-06-07

Es un lujo tener una larga vida. Uno puede ver mucho en ese transcurrir. Por ejemplo, si queremos saber cómo era la fiesta de Amancaes quizá lo mejor sea buscar a Oscar Allain para que nos la cuente. O simplemente buscar el cuadro en que nos la pintó hace ya varios años.  

imagen tomada de: .generaccion.com/usuarios/21065/amancaes-ayer

Allain tenía 13 años cuando murió Pinglo. Ahora tiene 93 y es el decano del criollismo. Como vivió en los Barrios Altos, en el Callejón del Buque, conoció desde temprano a los amigos del bardo inmortal. Uno de ellos era su tío, el Cholo Pantoja. Luego con el pasar de los tiempos se fue haciendo compadre de muchos de nuestros conocidos. Tiene esa relación espiritual con Pablo Casas Padilla, Luis Abelardo Nuñez, Manuel Acosta Ojeda. Ya ellos se fueron, él decidió quedarse.

Decir criollismo es también decir fútbol, fútbol grone por supuesto. En 1927 fue por primera vez al estadio, con su tío Santiago y quedó hincha de Alianza Lima. Y también pasó por el box, peso gallo. Pero de todas las formas de ser criollo eligió aquella en que podía aportar más: registrar con su pincel nuestra historia musical y popular.

Al fin y al cabo no es un observador sino parte de ese medio, al pintar nuestras costumbres se explora a sí mismo. “Si pinto una jarana es que he sido uno de sus bailarines o borrachos” dijo en una entrevista para Kachkaniraqmi. Efectivamente, lo conocí en La Catedral del Criollismo, sitio que le gusta porque es particularmente tranquilo y tocan valses de sus tiempos. Algunas tardes los amigos lo visitan y se arma la jarana “Canto bien pero se me escucha mal” me confiesa.

“Pinto todos los días, si no lo hago es como si no hubiera desayunado” me dice cuando lo visito en su casa de la Avenida Brasil. Efectivamente, a la entrada de su casa se ve el caballete con el cuadro que tiene en preparación. Se siente heredero de la escuela holandesa y de los impresionistas españoles: Goya, Velásquez. Haber recorrido el mundo le ha servido para adquirir miradas diferentes de las cosas. Pero también las ha adquirido desde el propio paisaje peruano. Por ejemplo gozar del brillo solar en los solares arequipeños fue una experiencia inolvidable. Y por cierto nuestros pintores, José Sabogal entre sus preferidos.

Como decíamos, llegar a los 93 años es un lujo. Sobre todo porque además uno puede ser generoso. Los criollos más jóvenes lo buscamos para saber algo más del criollismo, o para que nos ilustre nuestros libros. Es el caso de Ella Carrasco, que lo tiene en la carátula de su "Cantos a la vida, al amor y a los amores contrariados" (Fondo editorial de la UNMSM, 2015).

O el mío mismo que este 15 de junio estaré presentando el libro La ciudad cantada que cuenta también con una carátula del maestro.

[Imagen principal, tomada de aquí]


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"Quiero escribir, pero me sale espuma"